“Mauricio, no hay que aflojar.
¡¿Querés ser presidente o no!?. Salí y hablá. Salí y pegá” Y Mauricio asiente,
deja el sanguchito y toma un sorbo de coca light. Tiene que hacer lo que menos
le gusta: hablar. Hablar para lanzarse hacia la anhelada candidatura como por
un túnel. Mejor dicho: como por un subte.
Cristina
acababa de aflojar. Le proponía un traspaso más benévolo, casi conciliador.
Mauricio dudó. Tenía ganas de negociar. Pero sus hombres lo sacudieron de los
hombros y le sugirieron: “ni se te ocurra”.
La
“intelligentzia” de Mauricio cree que están dadas las condiciones para atacar.
Es evidente que la caja nacional se achica y que los famosos subsidios son
imposibles de sostener. En función de la sintonía fina, el gobierno nacional se
adelantó y decidió sacarse de encima los subtes. En ese momento, Macri creyó
que era la oportunidad de demostrarle al país sus habilidades como
administrador. Pero se dio la cabeza contra la pared. Cuando los números no le
cerraron aumentó el pase a $ 2,50. La gente puso el grito en el cielo. Los
cerebros del macrismo se dieron cuenta de que otra salida apresurada como esa
haría tambalear el proyecto presidencial. Con esa certeza, convencieron a
Mauricio: había que sacarse los subtes de encima, encontrar una manera elegante
de romper el compromiso y devolvérselos a De Vido. Y así nació la parábola de
la falta de inversiones y la intransferencia de recursos. “Además, Mauricio,
imaginate si te cae una tragedia como la del Once en los subtes a tu cargo… ¡Se
termina todo, papá! ¡La ilusión de que seas presidente duraría menos que un
viaje de Constitución a Retiro! No sé si Cristina se banca otro Once… Si pasa
eso, ¡que lo garpe ella, no nosotros!”. Fin de la discusión.
Y Mauricio
sale a hablar ante las cámaras apenas tres horas después de la oferta de
Cristina. Y no sólo retruca como nunca, ¡también responde preguntas! Eso,
“ella” no lo hace. Un poroto a favor.
La frutilla del postre vendrá al otro día. El título de
Clarín dirá: Cristina presiona, Mauricio rechaza. Es decir, Cristina es
autoritaria. Mauricio, tiene autoridad. El perfil del candidato se va
formateando con letras de molde.
La
justicia, probablemente, obligue al ingeniero a tomar los subtes y las 33
líneas de colectivos a su cargo. Pero ya será una cuestión de fuerza mayor. Los
argumentos para un nuevo tarifazo serán más sencillos de explicar y el costo
político de tan infausta medida será mucho más barato. Además, si ocurriera
algún accidente, siempre estará a mano la excusa de que antes no hicieron lo
que tenían que hacer. Lo importante para el proyecto anti K “Mauricio 2015” es
que el jefe de gobierno salga fortalecido de esta batalla con Cristina. El
diálogo que pregona y reclama Macri sólo queda en las entrecortadas palabras de
sus discursos. En los hechos, el plan es confrontar sin concesiones con el
gobierno. Mauricio, su team y los grupos corporativos que lo sostienen como su
candidato apuestan a que el tema subtes sea la primera estación en el
traqueteado viaje a la Rosada.
Gabriel Prósperi. Periodista.
31 de marzo de 2012
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