sábado, 16 de marzo de 2013

MAS PAPISTAS QUE EL PAPA




Chávez muerto; Bergoglio Papa. Todo, en sólo una semana. Para los medios conservadores, se fue Chávez, el demagogo, el populista, el autoritario, el soberbio, el mentiroso. Y llegó Bergoglio Papa, el humilde, el austero, el cordial, el serio, el dialoguista. Dos mundos antagónicos. Buenos y malos. ¿El momento justo para el primer Papa latinoamericano?
Clarín dice que la muerte de Chávez es “el fin de una era”. ¿El fin de una era sólo para Venezuela? Claro que no. El fogoneo del enfrentamiento Bergoglio vs. gobierno K es constante. La energía editorial está puesta en poner a Bergoglio Papa como abanderado de una megacoalisión anti-K, definitiva y terminal. El frente externo está abierto. La línea Maginot kirchnerista muestra agujeros. En la trinchera K algunos tiran granadas y otros sacan la bandera blanca. Cristina, mientras tanto, estará en primera fila presenciando la entronización en El Vaticano. Desde algunas redacciones, sociedades rurales, oficinas, sindicatos, tribunales, casas de gobierno y palacios municipales, se restriegan las manos. Sueñan con ver a la presidenta besando el anillo papal, arrodillada. ¿Será la foto del principio del fin de aquella era?
Esta Iglesia sospechada de corrupción; de silencio y encubrimiento pedófilo; de retroceso en términos de salud sexual y cuestiones de género; de aval tácito a los atropellos de los países centrales contra los países periféricos; de ninguneo a los reclamos anti-colonialistas; ¿será esta Iglesia, digo, la que pueda motorizar y sustentar espiritualmente un “salto hacia adelante” para nuestros pueblos? En estos años, se produjeron hitos de cambio social sin precedentes. El matrimonio igualitario es la evidencia más notoria. Cuando se vayan apagando las emociones y los cánticos argentino-céntricos, ¿hasta dónde llegará el efecto-Bergoglio? ¿Estará la sociedad dispuesta a volver a un statu quo anterior? Tanto la ola como el reflujo siempre dejan marcas en la orilla…
A todo esto, ¿qué opinará políticamente el propio Bergoglio? ¿Dónde estará parado en referencia a los gobiernos renovadores y reformistas (no me atrevo a decir revolucionarios) sudamericanos de la última década? Y si su pensamiento se acercara a ellos, ¿cuánto margen de acción le dejará la propia estructura institucional y dogmática que aceptó representar? ¿Fue su postura política una condición para elegirlo? ¿Fue su predisposición a “dar batalla” la que decidió la fumata en su favor? En el cónclave quedó la mitad de la respuesta. La otra mitad, la develeramos en el transcurso de su papado.
Yo no fui nunca al Vaticano pero estimo que hay Wi-Fi. El Papa tendrá oportunidad de chusmear los portales informativos argentinos. Y si ya lo ha hecho, habrá caído en la cuenta de que su llegada al trono de San Pedro causó enorme furor patriótico. Y también, un explosivo furor anti-K. Su asunción pareciera ser la pieza que faltaba, el golpe de horno final, el milagro caído del cielo para los sectores que pujan y presagian desde hace años el fin de esto que se ha dado en llamar kirchnerismo. La muerte de Chávez, la llegada de Bergoglio Papa, los paros de Moyano que se vienen, la conflictividad social en ascenso y las urnas que esperan en octubre para que el postre sea la más dulce de las derrotas K. ¿Aceptará Bergoglio Papa este rol que desde aquí se le quiere dar como actor externo de la vida política argentina? ¿Será efectivamente el sostén espiritual del Knock out K? ¿O será que estos que se ilusionan con un plan tan aceitado, en verdad, son más papistas que el Papa?

                                               Gabriel Prósperi. Periodista.
                                               16 de marzo de 2013.

martes, 5 de marzo de 2013

CARAS Y CARETAS






            Miro esas caras que se juntan y lloran y se preguntan “y qué será de nosotros”. Caras con arrugas, caras con años, caras con mugre juntada, caras de décadas de silencio. Caras negras, mestizas, mulatas; caras sin dientes; caras sin auto; caras sin casa; caras con pena. Caras que salieron a la calle; caras dueñas de las calles. Calles de tristeza. Y una cara, todavía y eternamente sonriente, allá, en lo alto, desde un cartel. Otra cara mestiza. Cara de todas las caras.
            Cómo no pensar que hay otras caras sonrientes, caras rubias, caras con futuro, con futuro en el pasado, su feliz pasado. Caras en sus casas; caras frente a la tele; caras que ven la bandera a media asta; caras de “ya pasó”; caras de “al fin”. Esas caras que costaron y costarán tan caras. Caras caretas.
             ¿Qué será de aquellas caras cuándo se sequen las lágrimas? ¿Dejarán que vuelvan las caras caretas? ¿Serán sólo caras mirando con añoranza al cartel? ¿O serán caras que le darán pa`lante, por aquella cara de sonrisa y boina, y por sus propias caras?
            Desde acá, y minutos después de los rojos “último momento”, mi cara, triste, se acuerda: “Alca, Alca… al carajoooooo”. “Váyanse al carajo yanquis de mierda, que aquí hay un pueblo digno”."Good bye, Míster Monkey”. “Hasta la victoria siempre”. “Patria o muerte… venceremos”. Sí, comandante: venceremos.

                                                                       Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                       Un doloroso 5 de marzo de 2013.