miércoles, 30 de diciembre de 2015

TERSITES



Un cacho de Grondona: democracia viene de “demos” - pueblo - “cracia” - gobierno (o algo así...). Política viene de “polis”, las ciudades estado griegas. En estas polis, la democracia se ejercía en el ágora, la plaza central. La llevaban adelante los ciudadanos. ¿Quiénes eran los ciudadanos? Los propietarios de tierras. La democracia no incluía mujeres ni esclavos ni extranjeros ni gente común y corriente. O sea, era una democracia súper acotada.
Cuenta Homero en la Ilíada, en su Canto II, que hallábanse los señores y generales aqueos reunidos en asamblea definiendo los pasos a seguir en Ilión. Hete aquí que tomó el cetro un tal Tersites, servidor de Aquiles, un deforme, rengo y charlatán personaje de segundísimo orden. Este buen hombre osó levantar la voz y cuestionar nada más y nada menos que al “divino” Agamenón, capi di tutti le capi. Odiseo (o Ulises, como más les guste), machazo general, lo escuchó, enardeció y le arrebató el cetro. Primero lo denostó delante de todos y luego, le pegó un par de cetrazos en la espalda y los hombros que hicieron que Tersites no sólo se callara sino que se doblara en dos y llorara del dolor. Para que le quedara claro: la palabra le estaba vedada a Tersites y a todos los como él. Punto.
Miles de años después, en nuestros múltiples ágoras, ¿cuánto de Tersites tenemos? ¿Cuánto Odiseo hay todavía callándonos y pegándonos en el lomo? ¿Cuánta democracia?

Gabriel Prósperi. Periodista.

24 de diciembre de 2015.

sábado, 12 de diciembre de 2015

GILDA ENTRÓ EN LA HISTORIA



   Y ahora llega la batalla por la imposición del sentido. La búsqueda de la victoria en el terreno de los discursos. La verdad histórica. “Explíquese un poquitito mejor...”. Ahí va, a ver... La presidenta saliente, en su último discurso en la Plaza, habló de defender los derechos conquistados. ¿Qué derechos? Pongamos un ejemplo... (ustedes piensen el que quieran, yo les tiro uno). “Todas las personas tienen derecho a una jubilación, hayan aportado o no durante su etapa vital activa”. Hoy por hoy, sábado 12 de diciembre de 2015, eso pareciera ser aceptado, no digo unánimemente, pero casi. Y ese casi puede pensar: “espere, espere, espere... Yo trabajé toda la vida como un burro, ¡y hoy cobro lo mismo que alguien que a lo sumo fue ama de casa! No puede ser”. Si ese razonamiento sencillo se potencia con elementos de la teoría y la praxis de, digamos, el riñón más liberal del agrupamiento que hoy tomó el poder, y a su vez, se divulga a través de amplificadores mediáticos afines a esa corriente, pues entonces, aquel derecho en un corto plazo podría licuarse; podría no serlo más. ¿Me expliqué más o menos? “Casi, ¿a ver, otro ejemplo...?”. Hummmm... Una manifestación callejera, hoy, ¿podría ser reprimida inmediatamente por las fuerzas de seguridad, amén de generar decenas de heridos? Hacia el final de la gestión Berni vimos varias escenas inquietantes de “fuerzas del orden” actuando con niveles ascendentes de violencia. Sin embargo, no se comparaban aún con otras instancias históricas sanguinarias – pensemos, si no, en la represión de diciembre de 2001. Digamos que hoy el sentido común indica que “antes del palo, se negocia”. Pero, si logra imponerse el discurso muy difundido ya de que nadie tiene derecho a cortar una ruta, no importa el reclamo que fuese, y que las fuerzas de seguridad están para imponer el orden y defender los derechos de todos (como el de transitar libremente, por caso), entonces el palo vendría antes del argumento. Una vez más, el derecho dejó de ser derecho; o mejor aún, un derecho (el de transitar libremente) se impone a sangre y fuego sobre otro (el de peticionar ante las autoridades).
   Alguna vez, en la Argentina, juzgar a los genocidas de la dictadura representó un acto de justicia social y política con difícil comparación en otro momento histórico. Alguna vez, en la Argentina, indultar a los genocidas de la dictadura representó un acto de hermanación y pacificación nacional con difícil comparación en otro momento histórico. Lo que alguna vez fue discurso social dominante, o sea “sentido común”, ya no lo fue después. Y así, seguramente, ustedes podrán hurgar en su memoria en búsqueda de casos similares.
   La verdad histórica es una construcción social. Podríamos hoy escribir aquí que la plaza que convocó Cristina fue más numerosa que la plaza que recibió al nuevo presidente. Que ese dato es relevante en términos históricos porque nunca desde la ley Sáenz Peña hasta aquí, un presidente le dejó el poder a otro de signo político diametralmente opuesto con semejante nivel de aceptación. Por primera vez un presidente no se iba con el rabo entre las patas. Pero el día histórico fue el posterior, y posiblemente hasta quede en los libros que el presidente Macri bailó en el balcón de Perón y de Alfonsín. Ese día, 10 de diciembre de 2015, le podría haber entregado al macrismo su primera victoria en la batalla por la imposición del sentido: Gilda había entrado en la historia.

Gabriel Prósperi. Periodista.

12 de diciembre de 2015.

sábado, 21 de noviembre de 2015

ELLA


Una vez más, ella define por penales. Ella, la que le dio el 54% a Cristina y después la denostó al compás de Lanata y Mirtha Legrand; ella, la que lloró de felicidad con la asunción de De la Rúa en las urnas y poco después lloró de bronca con la asunción de De la Rúa en helicóptero; ella, la que gritó a pecho inflado “piquete y cacerola, la lucha es una sola” y poco después pidió a gritos “al piquete, palo y a la bolsa”; ella, la que entronizó a Menem mirando la licuadora comprada en cuotas y no se dio cuenta que le estaban licuando el futuro; ella, la que convirtió a Alfonsín en héroe de la democracia y poco después lo convirtió en héroe de la hiperinflación; ella, la que aplaudió el retorno de Perón en el '73 y la que aplaudió el golpe en el '76; ella, la que siempre se arroga los éxitos y siempre es víctima de los fracasos; ella, una vez más define por penales. Ella, la clase media.

Gabriel Prósperi. Periodista.

21 de noviembre de 2015.

jueves, 29 de octubre de 2015

CRISTINA Y LOS CANDIDATOS TÁCITOS



La Presidenta va al ballotage. Ella. Ella que es el proyecto nacional y popular. Ella, que son las conquistas y los derechos y todos los etcéteras que quieran. Ella que es la verborragia, la soberbia, la altanería y todos los otros etcéteras que quieran. La victoria o la derrota serán de Ella. Así será. Y lo dejó en claro Ella misma, anoche, ante los patios militantes, ante las cámaras, ante el país, ante los candidatos innombrados.
Y no es casualidad que no hayan sido nombrados uno y otro candidato. Ellos son sujetos tácitos, porque el sujeto presente y encarnado de la próxima elección, será Ella, Cristina, la presidenta, la “jefa”, como la vitoreaban los militantes enjugados en lágrimas. En, quizás, el discurso más esperado de los últimos cuatro años, Cristina interpeló al pueblo elector. Mirándolo a los ojos a través de la cámara que le apuntaba, personificó en sí misma el proyecto, sus logros y su proyección. Descarnadamente, se hizo cargo de lo que vendrá. Y en ese hacerse cargo, puso todo blanco sobre negro: el ballotage no será entre uno y otro hombre; el ballotage será entre un sí o un no al proyecto. Entre un sí o un no a Ella. Otra vez, como en 2011, será el 54 %, sólo que esta vez, a favor o en contra. Pato o gallareta.
Se podrá hipotetizar sobre lo que puede ocurrir si gana uno u otro candidato tácito. Se discutirá en estos 24 días si vamos o volvemos a tal o cual modelo. Lo que no se puede discutir es que Ella, Cristina, asumió su rol de líder. Se posicionó en el centro de la escena política, una vez más. Y eso, hasta sus más acérrimos detractores, deben reconocerlo como una virtud.
Será victoria o será derrota electoral de Cristina. No porque lo diga algún analista avezado, sino porque Ella misma lo decidió. Para el pueblo, el soberano, el que “mete el papelito en la urna”, quedará definir si esa derrota o esa victoria serán también y a su vez, una derrota o una victoria para el país.

Gabriel Prósperi. Periodista.

29 de octubre de 2015.

sábado, 17 de octubre de 2015

PERONISTAS ANTI-PERONISTAS Y ANTI-PERONISTAS PERONISTAS



   “El gobierno nacional no convoca a la celebración por el 17 de octubre porque el kirchnerismo no sacraliza la figura de Perón. Esta postura es inherente al pensamiento del peronismo de izquierda que está en la matriz ideológica del kirchnerismo. Fíjese que en 12 años, el gobierno nacional no inauguró ninguna estatua de Perón. Paradojalmente, fue Macri quien sí lo hizo...”. Definiciones de Mario “Pacho” O' Donell en una entrevista que pude hacerle esta semana. Definiciones que me hicieron pensar en los muchos rostros que aún hoy sigue teniendo Perón.
   En efecto, el gobierno nacional no ensalza la figura de Perón como sí lo hace con la figura de Evita. A Perón lo coloca en el panteón de los líderes populares redimidos en la época, como Dorrego, Rosas, Güemes, Juana Azurduy, Yrigoyen, Alfonsín, pero está en ese mismo estante. Un líder más, no EL LÍDER, así con mayúsculas.
   Por su parte, sectores abiertamente anti-peronistas revalorizan la imagen de Perón, sobre todo en épocas electorales. Mauricio Macri, líder del Pro, un partido que vendría a reencarnar los viejos anhelos de una derecha conservadora democrática y competitiva, a la manera del Partido Demócrata Progresista de Lisandro de la Torre, inauguró hace pocos días una estatua de Perón. Pero atención: una estatua del Perón del regreso, del Perón del 73-74, el Perón “realista” para unos, y el Perón de la “desilusión” para otros. El Perón de la “más maravillosa música”. El Perón de los “imberbes y estúpidos.” El Perón de traje y corbata. El Perón de la burocracia.
   Y fue el propio Perón el que alimentó en vida esta pluralidad conceptual. El Perón conciliador del '45, del “de casa al trabajo y del trabajo a casa”, no es el Perón enfurecido del '55, del “por cada uno de los nuestros caerán cinco de ellos”. El Perón exiliado de “la violencia del pueblo no es violencia, sino justicia”, no es el Perón aburguesado del discurso de “los imberbes y estúpidos”. El Perón de Evita no es el Perón de Isabel.
  Perón fue un brillante estadista, un consuetudinario militar, un notable intelectual, un inigualable orador y el indiscutible mentor de un movimiento que fue para acá, para allá, para arriba, para abajo, para la derecha y para la izquierda. Como él. Por eso, hoy, 70 años después, los peronistas pueden ser anti-peronistas y los anti-peronistas, peronistas.

Gabriel Prósperi. Periodista

17 de octubre de 2015.

jueves, 23 de julio de 2015

LA POLÍTICA DEL “PANKETING”



   Daniel se embala. Alza la voz y sus palabras, oh milagro, fluyen como el río hacia el mar. Frente a sus ojos las banderas ondean; las bocas se abren en gritos; las palmas explotan unas contra otras. Aún en medio del éxtasis tiene tiempo de mirar de reojo a su izquierda. Sí, esas manos, con uñas artísticamente cuidadas, se baten también al compás de su voz. Y lo impensado ocurre: ella se levanta y lo aplaude de pie. Y todos la siguen. Y él – que no es Él – se siente por primera vez invencible. Ya no escucha su voz, ni las palmas, ni los bombos, ni los vozarrones aduladores. Todo se acalla al tiempo que sus ojos comienzan a ver la meta, allá adelante, cerca. Se siente galopar sobre las olas. Adivina el sol cayendo platinado sobre su nave. Descubre el mestizaje de lasgotas de sudor y las lágrimas de emoción. Y logra escuchar cada sonido, cada “cric”, cada “crac”. Está todo dado. Tiene que ser. La carrera final. Daniel, allí, sólo piensa en un cosa: “que no pase nada... Que no pase nada...”.

   Mauricio creyó que nunca le iba a pasar a él. Se siente mal, como defraudado. Él, justo él, expuesto al mundo como el adalid del “anti”, ahora viene a ser víctima del “anti”. Casi la mitad de los porteños fueron “anti-él”. Porque no cabían dudas. Por primera vez el enemigo a batir no era el enemigo a batir. Era otro que a su vez se convirtió en imagen del “anti-él”. ¿Qué pasó acá? “¿No me habían dicho que ganábamos por goleada? ¿No me habían asegurado que con el cómico íbamos a ganar Santa Fe? ¿No me habían requeteafirmado que el pacto con los radicales nos auguraba un festejo en Córdoba?”. Y Mauricio, en ese instante, entiende que no conviene ser “anti”. Y más aún: lo entienden los que lo vuelven a convencer, como tantas otras veces. “Andá y decí esto”. El último manotazo antes del colapso: terminar con el “anti”. Y entonces, sí a YPF y a Aerolíneas y al Fútbol para todos y a la Asignación por hijo. Mauricio, aún cansado por el baile de los globitos, hace fuerza para que lo increíble suene creíble. Ni él quiere escuchar sus palabras. Mientras habla ante los ojos impávidos de sorpresa de los periodistas, Mauricio sólo piensa en una cosa: “que pase algo... Que pase algo...”.
 
   
Unos pocos piensan cómo hacer para que no pase nada. Otros pocos piensan cómo hacer para que pase algo. Y mientras tanto, Daniel y Mauricio son las caras impactantemente visibles de una nueva era en el quehacer político-electoral argentino: la era de la política del “panketing”*.

*Panketing. Dícese del neologismo que mezcla dos conceptos, panqueque y marketing, basado en los sorprendentes timonazos de ciertas fuerzas políticas que recurren a estrategias claramente contrarias a sus doctrinas para tratar de ganar unos cuantos votos más. Si funciona o no, lo veremos a partir del 9 de agosto.

Gabriel Prósperi. Periodista.

23 de julio de 2015.

domingo, 17 de mayo de 2015

LA BARRABRAVA DE LA TELE



   Si el partido hubiera sido por puntos, por una clasificación de grupo, se hubiera seguido. A la Conmebol, no le quedó otra que pararlo. ¿De qué se iban a disfrazar sus dirigentes si Boca eliminaba a River y a la postre salía campeón? ¿Cómo iban a mantener su legitimidad y la del torneo más importante de América si hubiera tenido éxito el equipo del club en el que se orquestó semejante escándalo? El mal menor, en este contexto, era que siguiera River e imponerle a Boca una pena a todas luces menor. Así como la Conmebol sancionó cortesmente a Boca, también aceptó fielmente la presión de la protagonista central de esta historia: la tele.
   Mientras el jueves las imágenes nos dejaban a todos con la boca abierta, la voz en off del vocero-comentarista de Fox Sports y vocero-defensor del macrismo-angelicismo fustigaba el accionar de la policía, al tiempo que exculpaba a la organización del club anfitrión. Cuando su relator deslizaba la chance de una suspensión del partido, él de inmediato desviaba la atención hacia otro lugar. Cuando uno de sus periodistas de campo atinó a acercarse a los jugadores de River, él lo retó para que se quedara al lado del árbitro. Presión y marca personal. La tele, comiéndole los talones a Herrera, con un mensaje cara a cara: “¿qué vas a hacer? Estamos acá, eh...”. Cuando el presidente de River ingresó intempestivamente a la cancha, el vocero-comentarista resaltó el error del dirigente visitante y preguntó a sus compañeros:
- ¿Angelici está en la cancha?
- No.
- Ah...
   El mundo entero le cayó con todo al plantel de Boca y en particular a Orión por haber saludado a la “12” y por no haber acompañado solidariamente a los jugadores de River. ¿Da este fútbol para rebelarse ante la evidencia de que las reglas las imponen los más “porongas”? ¿Cómo podemos juzgar a Orión y compañía por esa imagen final, cuando la Conmebol tiene la misma actitud de obediencia y pleitesía ante los otros “porongas”, los verdaderos jefes, los que ponen las cámaras y la “teca”?
   Boca es el club más convocante de América. Millones de hinchas quieren verlo competir. La tele gana y gana y gana con Boca en la cancha. El jueves tardaron una hora y pico para forzar la continuidad del partido. El sábado, en Asunción, demoraron 7 horas la decisión: se rompieron la cabeza pensando si había alguna forma de continuidad. Concluyeron, resignados y a regañadientes, que era imposible seguir el encuentro, sin terminar descubriendo el verdadero nido de la serpiente.        Así como Orión y compañía levantaron sus brazos para saludar a la “12” - los dueños de su club y de su suerte - la Conmebol firmó una sanción que fue ni más ni menos que levantar los brazos, bajar la cabeza y disculparse ante los dueños de la pelota: la barrabrava de la tele.

                                                                                  Gabriel Prósperi.

                                                                                  17 de mayo de 2015.

domingo, 22 de marzo de 2015

LO QUE VIENE, LO QUE VIENE...


Paralelismos. Ramal que para, ramal que cierra. Pabellón que para, pabellón que cierra. Estos últimos días, por mi trabajo, estuve en dos hospitales estatales; uno, porteño; el otro, provincial. En los dos hay pabellones enteros cerrados, abandonados, derruidos. Tejidos muertos que amenazan invadir lo que queda en pie de esos edificios, como la gangrena avanzando sobre el cuerpo enfermo. Ambos hospitales alguna vez fueron modelos de la salud pública. Hoy son modelos del modelo  privatista que bombardeó los espacios de acción estatal durante más de tres décadas.
Promesas. Las autoridades políticas dicen que reactivarán esos pabellones muertos. Una respuesta apurada por la evidencia televisada pero, mucho más, por la interpelación ciudadana. En los últimos años, para la opinión pública, el otrora maldito Estado ya no es tan maldito. Lo evidencia el hecho de que confesos admiradores de la iniciativa privada, devenidos en candidatos, han jurado y perjurado que mantendrán con vida espacios recuperados y reocupados por la acción estatal en caso de ganar una elección. Responden al discurso social dominante y victorioso de la recuperación de la gestión pública. Pero cuidado: en la genética de esos mismos candidatos anida el otro discurso. El que no se rinde. El que se entusiasma. El que finalmente, podría condenar a aquellos pabellones a seguir bien cerrados.
Confesiones. Un empresario-candidato dijo hace unos días que había miles de ñoquis en la administRación pública. Abrazando la adulada “tolerancia cero” del benemérito Giuliani, lanzó su propio slogan: “ñoquis cero”. Y sin ponerse colorado, sugirió: “el que no trabajaba, no debe cobrar”. Productividad al palo. Oratoria que busca enamorar oídos mesocráticos cansados de “para todos y todas”. Pregunto, ¿y si en lugar de que no cobren, los hacemos trabajar? No. Que ruja el escarmiento. Es la idea madre del Estado como empresa, como fábrica, como estancia. Esos jefes-candidatos saben de qué se trata. Son los arietes de aquella genética patronal que espera agazapada su chance de gobernar.
Naturalezas. Estas elecciones definirán un nuevo presidente, pero lo más importante es que abrirán un nuevo ring: el de la pelea por el paradigma discursivo de la sociedad. El eje, otra vez, como en tantas otras esquinas de la historia argentina, será el Estado. ¿Cuál debe ser su rol en nuestra sociedad? ¿Cómo y cuánto debe operar en la economía? Hoy la acción estatal se volvió a meter en lugares que durante mucho tiempo parecían patrimonio inalienable y “natural” del sector privado. Recalco “natural”. Porque hoy pareciera que es “natural” que el Estado los tenga bajo su poder. Esa “naturalidad” es, justamente, el triunfo de tal o cual paradigma discursivo social. Hoy es “natural” que YPF sea controlada por el Estado. Hace apenas una década era “natural” que la manejen privados. Y más aún, privados extranjeros. Hoy es “natural” que el Estado controle líneas aéreas, trenes y autopistas. Hace unos años, era “natural” que sean posesiones del capital vernáculo o foráneo. Hoy es “natural” prender la tele y ver un partido sin codificar. Hace muy poco era “natural” esperar al domingo a la noche para ver los goles. Mirando hacia el 10 de diciembre, y pensando en esa lucha de paradigmas, lo que viene, lo que viene, ¿será Fútbol de Primera?

Gabriel Prósperi. Periodista.
21 de marzo de 2015.

viernes, 13 de febrero de 2015

EL PLAN "CONDORITO"

                    

                Ya no hay botas pisando las calles de lo que fue Santiago ensangrentada. Ya no hay bombas amenazando con llover sobre Buenos Aires. Ya no hay tanques vigilando los jardines ricos de Asunción. Ya no hay tristes títeres con corbata en el Palacio Estévez de Montevideo. Ya no hay puertas de cuarteles que golpear. Ya no hay vetustos fusiles que nos apunten. Hoy, disparan con títulos desde feroces tapas o revanchistas videograph.
                Al leer los diarios santiaguinos por internet siempre se trasluce ese aroma a añoranza por los ordenados y coquetos tiempos del general Pinochet Ugarte. Tiempos de sangre ocultos bajo el verde césped del Estadio Nacional; gritos de dolor masivo silenciados sin remordimientos con tinta negra y alcahueta. Esa misma tinta hoy se regodea con la renuncia del hijo de la presidenta Bachelet, cubierto por la sombra de la corrupción por un crédito dudoso. Las voces del pasado se envalentonan y piden explicaciones más arriba. El hijo, la nuera y por qué no, la madre presidenta. Todavía no pasó un año de la asunción de su segundo mandato. La mancha promete crecer, y que mejor que la tinta para que una mancha crezca.
                Popular, sí. Elegida en elecciones libres, sí. Ratificada en su cargo, sí. Pero en jaque. “¿Puede el escándalo de corrupción en Petrobrás terminar con el gobierno de Dilma Roussef?”, se pregunta – y casi responde – el Financial Times. Las coimas millonarias, según la investigación judicial, entre altos jefes de la compañía estatal y empresas contratistas tendrían años de vigencia. Dilma asegura no saber nada. Pero el establishment ya la obligó al ajuste. Los voceros de la debacle festejan. El escándalo se derrama. La presidenta fuerte del país más poderoso de América Latina se muestra débil. La muestran débil. El salvavidas, le susurran al oído, está en el Norte, ya no acá, en el barrio sudamericano.
                La historia de Uruguay no debe contar con presidente más austero que “Pepe” Mujica. El recurso de la corrupción, con él, no va. Sin embargo, los editorialistas del almidonado diario El País han sabido componer día tras día nuevos argumentos para detonar su gobierno. Hoy, a días de concluirlo, no dejan de bombardearlo. Eso sí, ya advierten a Tabaré que serán igual de impiadosos si los lineamientos de su segundo mandato siguen “atentando contra lo más básico del ser nacional de los uruguayos”. Tabaré, diligente, ya anunció que abrirá nuevos canales de diálogo con la oposición. Oposición blanca y colorada que no puede siquiera acercarse al Frente Amplio en las urnas hace más de una década. Lecciones de democracia, y por supuesto, de libertad de ex – presión mediática.
                De este lado del charco, por orden de aparición, el impacto del atentado Charlie Hebdo, la denuncia de Nisman, la muerte-suicidio-asesinato de Nisman, los graph rojos bermellón de TN, los cachetes rojos bermellón de varios comentaristas indignados, los negros titulares catástrofe de la catástrofe que parece llegar pero no llega, la incitación a una marcha que deberá llamar a otras marchas, y a otras, y a otras para que la que “marche” sea la cabeza de un gobierno calificado sin contemplaciones por periodistas de peso pesado como el “más corrupto de la historia”.
                Y así, el famoso cono sur, como quien no quiere la cosa, parece nuevamente atenazado. El viejo Tío Sam, desde allá arriba, alguna vez instruyó a serviles militares para instaurar y perpetrar el espíritu cristiano amenazado por el maligno espíritu rojo. Hoy ya no hay amenaza roja. Apenas, nuevos vientos latinoamericanistas. Peligrosas desviaciones de aquella máxima inmortal del presidente Monroe: América para los americanos. Fuimos, somos y debemos ser su patio de atrás. Por eso, esta vez, sólo basta con un correctivo. Un cachetazo dado a tiempo por los siempre bien predispuestos medios masivos. Cualquier grano de arena se convertirá en roca. Cualquier rajadura será grieta.
                Hoy, como ayer, asoma un plan. Aquel, sanguinario, fue llamado Plan Cóndor. El de hoy se mira, se lee, se sufre, se festeja, como una historieta. El final pretendido es la debacle en cadena de estos molestos gobiernos. La caída de un sueño continental. Como la intempestiva y fulminante caída de espaldas en cada final de “Condorito”. ¡Plop!.

                                                               Gabriel Prósperi. Periodista.

                                                               13 de febrero de 2015.

jueves, 29 de enero de 2015

LA VERDAD DEL CASO NISMAN




            Cristina reclama la Verdad. La oposición reclama la Verdad. La “gente” reclama la Verdad. La Justicia va en busca de la Verdad. Ahora, tal Verdad, ¿es lo mismo que lo que realmente sucedió?
                Había una vez un barco de bandera norteamericana llamado “Maine”. El 15 de febrero de 1898 explotó cuando estaba atracado en el puerto de La Habana. Murieron 250 y pico de personas. Eran tiempos en que Cuba aún estaba bajo dominio colonial español, y los cubanos peleaban por su independencia. Al otro día de la explosión, los diarios más vendidos y más sensacionalistas de los Estados Unidos titularon que los españoles habían atentado contra el “Maine”. Esos diarios eran de William Randolph Hearst, padre de la denominada “prensa amarilla”. A los pocos días, una intervención militar norteamericana echaba a los tiros a los españoles de la Isla. Y la Isla pasó a ser un protectorado norteamericano (como dolorosamente lo había advertido José Martí). El atentado español al “Maine” fue la excusa perfecta para la invasión. Ahora, ¿había sido un atentado español? Hoy, más de un siglo después, las pruebas y peritajes siguen sin confirmar cómo explotó el “Maine”. Hoy la conclusión más aceptada es que fue un accidente mecánico. Es decir, la Verdad construida, impuesta y aceptada no había sido lo que había ocurrido realmente. Y sin embargo, fue la Verdad.
            ¿Qué ocurrió con Nisman? ¿Suicidio o asesinato? ¿Era cierta su denuncia? ¿Era una operación política? ¿Una operación tan grande como para incluir la mismísima muerte del denunciante?
            La investigación de la muerte del fiscal arribará a un resultado. Tal resultado estará fundamentado en pruebas. Esas pruebas determinarán un veredicto. Tal veredicto conducirá a la Verdad. ¿Será lo que realmente haya sucedido? Nunca lo sabremos. En definitiva, lo más importante será arribar a la Verdad. Porque la Verdad es poder.
            La denuncia y muerte de Nisman, en términos políticos e históricos, son hechos fundamentales. Pueden ser el empujón final hacia el abismo de los tiempos para el kirchnerismo. El kirchnerismo lo sabe. Sus enemigos lo saben. Si el gobierno estuvo detrás de un crimen, será una Verdad lapidaria. Si fue una operación político-mafiosa, será una Verdad que confirmará que este gobierno siempre tuvo enemigos muy poderosos que finalmente llegaron a un lugar de maquiavelismo insospechado. Hoy casi nadie cree que el fiscal se haya disparado por su propia decisión. Pero si finalmente esa fuera la Verdad, sería una Verdad estirada para un lado o para otro, como en el juego de la soga. Ganará el mejor y más fuerte relato.
            Moraleja: la denuncia y muerte de Nisman vienen a demostrar la verdadera cara del poder. La lucha por el poder es la lucha por la imposición del sentido. Cuál es la Verdad ante un hecho tan determinante como este define la partida. La Justicia, pero sobre todo los medios masivos de comunicación, juegan sus fichas a favor de unos y otros. O a favor propio. El amasado de la opinión pública en el proceso de búsqueda de la Verdad va formateando a su vez esa Verdad. William Randolph Hearst ya dio cátedra de amarillismo y política. Habrá que ver qué tipo de “explosión del Maine” es el caso Nisman. Habrá que ver cuál será la Verdad. O mejor, qué Verdad triunfará.

Gabriel Prósperi. Periodista.

                                                           29 de enero de 2015.

viernes, 9 de enero de 2015

EL TERRORISMO, DE PICASSO A CHARLIE HEBDO


                Eric Hosbawm fue seguramente el intelectual marxista británico más leído de la historia. (Y él escribía la Historia). En uno de sus textos sentenció que hasta el mismísimo Engels se hubiera caído de espaldas si hubiera vivido en el siglo XX para ver el nivel de barbarie al que había llegado la humanidad. En el siglo XIX – el siglo de Engels, Marx, Hegel, Nietzsche, Schopenhauer, Comte – los conflictos eran, por decirlo así nomás, “civilizados”. Jamás se hubiera imaginado -ni aceptado - un ataque contra la sociedad civil. Hasta la Primera Guerra Mundial inclusive, los enfrentamientos geopolíticos se dilucidaban ejército contra ejército. Se discernían en campos de batalla, no en “ciudades” de batalla. Si necesitamos un mojón del terrorismo como hoy lo entendemos, podríamos pensar en Guernica. De allí en más, se sumaron los bombardeos indiscriminados, los bombardeos atómicos, los secuestros masivos, las deportaciones, las torturas, las desapariciones, los asesinatos en masa y ya no quiero poner más comas.
                La masacre de Charlie Hebdo fue el emergente de una nueva fase del terrorismo inaugurada, quizás, con las Torres Gemelas. Este 7 de enero, un puñado de fundamentalistas plantó la bandera del pánico en París, alma y corazón del idílico Occidente. Aquel 11-S, otro grupo lo hizo en Nueva York, cerebro y caja de Occidente. El mensaje en ambos casos fue: “No actuamos donde podemos, sino donde queremos”. 
En París, las caricaturas funcionaron como excusa ocasional. El objetivo inmediato fue matar a los dibujantes que habían ofendido al Islam. El objetivo ulterior y supremo fue mostrar que podían llegar hasta debajo de la cama de quien sea. El efecto, paralizar de miedo a la sociedad civil; una sociedad civil que en un primer momento repudiaría a los asesinos, pero luego, también, repudiaría e interpelaría a un Estado (“Su” Estado) que no los protege… ¿Qué no los puede proteger? Jaque a la Liberté, égalité, fraternité. 
                El video del policía ultimado de un balazo en el suelo, indefenso, aceleró los tiempos. El gobierno francés salió a tranquilizar a su pueblo con presuntos culpables entregados o identificados. ¿Fueron ellos? Quién lo sabe. Quién lo sabrá. Los medios replicarán y la Justicia fallará. Para el gobierno de un país central, como Francia, la debilidad política y la incertidumbre social son sus peores enemigas. Los norteamericanos, expertos de la muerte, crearon antídotos más certeros y expeditivos: George W. Bush fue y bombardeó a medio Medio Oriente. Obama, Premio Nobel de la Paz, no le esquiva al bulto. ¿Cuántas Guernicas fueron ya? ¿Cuántas Guernicas más serán? ¿Cuántos Picasso necesitamos? ¿Cuántos Charlie Hebdo faltan?

Gabriel Prósperi. Periodista.
8 de enero de 2015.