martes, 1 de mayo de 2012

EL SUEÑO DE HUGO


            Sueña que viaja en camión a la Rosada. Que lo esperan a él para ponerle la banda. Que llega y corre por los pasillos vacíos. Que entra al salón blanco y lo sacuden los gritos y los aplausos. Que es el hombre del pueblo. El presidente.
            Hugo Moyano comenzó su trabajo para cumplir ese sueño. Y su primer movimiento fue difícil pero estratégicamente correcto: romper lanzas con el gobierno de Cristina. Ese alejamiento tuvo dos argumentos. Por un lado, la certeza de que dentro del kirchnerismo su proyecto político no tiene futuro. Y por otro, la imperiosa necesidad de consolidarse como el líder indiscutible de la CGT. La pelea con el gobierno le asegura el aval táctico de otras vertientes sindicales otrora enemigas, como las de los “gordos”, la del “Momo” Venegas y la de Luis Barrionuevo.
            Este último jueves Moyano apareció sentado en un estudio de TN. Su irrupción en el programa de Nelson Castro fue la concreción de un esperable pacto anti – K: tanto a Clarín como a Moyano les conviene estar cerca para minar el poder de Cristina. De todos modos, el jefe camionero sabe que la relación es transitoria. No olvida la campaña implacable que Clarín desató en su contra para, elípticamente, agredir al gobierno. Además, tiene claro que el Grupo nunca apostará por él pensando en el 2015. Magnetto ya eligió: su candidato es Macri.
            Moyano le apunta directamente a Cristina. ¿Por qué? Porque la batalla que viene es por la representatividad política del movimiento obrero, y más globalmente, de los sectores populares. El jefe camionero sabe que la única chance que tiene de convertirse en el Lula argentino es aunando en su persona los anhelos de los postergados de la Argentina del siglo XXI. Al mismo tiempo, debe operar para que a Cristina se le vaya achicando el famoso 54%. Su objetivo es que a la presidenta sólo le queden como fieles seguidores los vituperados jóvenes de La Cámpora. Es decir, que la base de sustentación del kirchnerismo se reduzca sólo a esos jóvenes. De esa manera, el kirchnerismo ya no sería la vía legítima hacia la pretendida justicia social. Ese rol le cabría naturalmente a Moyano. En definitiva, el titular de la CGT cree tener la certeza de que, cuando las “papas quemen” en la calle, “sus muchachos peronistas” primarán por sobre los “muchachitos setentistas” de ella.
            Moyano mostró las uñas, pero no los dientes. La próxima jugada será el paro general. Con ese movimiento intentará descolocar a Cristina con la primera huelga masiva de la era K. Pero también buscará realizar una imprescindible evaluación coyuntural: saber quiénes son los que ahora están con él y quienes no. Esa medición de fuerzas le servirá para determinar en qué lugar de su camino está parado; cuán cerca o cuán lejos está de su sueño: el sueño de Hugo.

                                                           Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                           17 de marzo de 2012

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