miércoles, 30 de diciembre de 2015

TERSITES



Un cacho de Grondona: democracia viene de “demos” - pueblo - “cracia” - gobierno (o algo así...). Política viene de “polis”, las ciudades estado griegas. En estas polis, la democracia se ejercía en el ágora, la plaza central. La llevaban adelante los ciudadanos. ¿Quiénes eran los ciudadanos? Los propietarios de tierras. La democracia no incluía mujeres ni esclavos ni extranjeros ni gente común y corriente. O sea, era una democracia súper acotada.
Cuenta Homero en la Ilíada, en su Canto II, que hallábanse los señores y generales aqueos reunidos en asamblea definiendo los pasos a seguir en Ilión. Hete aquí que tomó el cetro un tal Tersites, servidor de Aquiles, un deforme, rengo y charlatán personaje de segundísimo orden. Este buen hombre osó levantar la voz y cuestionar nada más y nada menos que al “divino” Agamenón, capi di tutti le capi. Odiseo (o Ulises, como más les guste), machazo general, lo escuchó, enardeció y le arrebató el cetro. Primero lo denostó delante de todos y luego, le pegó un par de cetrazos en la espalda y los hombros que hicieron que Tersites no sólo se callara sino que se doblara en dos y llorara del dolor. Para que le quedara claro: la palabra le estaba vedada a Tersites y a todos los como él. Punto.
Miles de años después, en nuestros múltiples ágoras, ¿cuánto de Tersites tenemos? ¿Cuánto Odiseo hay todavía callándonos y pegándonos en el lomo? ¿Cuánta democracia?

Gabriel Prósperi. Periodista.

24 de diciembre de 2015.

sábado, 12 de diciembre de 2015

GILDA ENTRÓ EN LA HISTORIA



   Y ahora llega la batalla por la imposición del sentido. La búsqueda de la victoria en el terreno de los discursos. La verdad histórica. “Explíquese un poquitito mejor...”. Ahí va, a ver... La presidenta saliente, en su último discurso en la Plaza, habló de defender los derechos conquistados. ¿Qué derechos? Pongamos un ejemplo... (ustedes piensen el que quieran, yo les tiro uno). “Todas las personas tienen derecho a una jubilación, hayan aportado o no durante su etapa vital activa”. Hoy por hoy, sábado 12 de diciembre de 2015, eso pareciera ser aceptado, no digo unánimemente, pero casi. Y ese casi puede pensar: “espere, espere, espere... Yo trabajé toda la vida como un burro, ¡y hoy cobro lo mismo que alguien que a lo sumo fue ama de casa! No puede ser”. Si ese razonamiento sencillo se potencia con elementos de la teoría y la praxis de, digamos, el riñón más liberal del agrupamiento que hoy tomó el poder, y a su vez, se divulga a través de amplificadores mediáticos afines a esa corriente, pues entonces, aquel derecho en un corto plazo podría licuarse; podría no serlo más. ¿Me expliqué más o menos? “Casi, ¿a ver, otro ejemplo...?”. Hummmm... Una manifestación callejera, hoy, ¿podría ser reprimida inmediatamente por las fuerzas de seguridad, amén de generar decenas de heridos? Hacia el final de la gestión Berni vimos varias escenas inquietantes de “fuerzas del orden” actuando con niveles ascendentes de violencia. Sin embargo, no se comparaban aún con otras instancias históricas sanguinarias – pensemos, si no, en la represión de diciembre de 2001. Digamos que hoy el sentido común indica que “antes del palo, se negocia”. Pero, si logra imponerse el discurso muy difundido ya de que nadie tiene derecho a cortar una ruta, no importa el reclamo que fuese, y que las fuerzas de seguridad están para imponer el orden y defender los derechos de todos (como el de transitar libremente, por caso), entonces el palo vendría antes del argumento. Una vez más, el derecho dejó de ser derecho; o mejor aún, un derecho (el de transitar libremente) se impone a sangre y fuego sobre otro (el de peticionar ante las autoridades).
   Alguna vez, en la Argentina, juzgar a los genocidas de la dictadura representó un acto de justicia social y política con difícil comparación en otro momento histórico. Alguna vez, en la Argentina, indultar a los genocidas de la dictadura representó un acto de hermanación y pacificación nacional con difícil comparación en otro momento histórico. Lo que alguna vez fue discurso social dominante, o sea “sentido común”, ya no lo fue después. Y así, seguramente, ustedes podrán hurgar en su memoria en búsqueda de casos similares.
   La verdad histórica es una construcción social. Podríamos hoy escribir aquí que la plaza que convocó Cristina fue más numerosa que la plaza que recibió al nuevo presidente. Que ese dato es relevante en términos históricos porque nunca desde la ley Sáenz Peña hasta aquí, un presidente le dejó el poder a otro de signo político diametralmente opuesto con semejante nivel de aceptación. Por primera vez un presidente no se iba con el rabo entre las patas. Pero el día histórico fue el posterior, y posiblemente hasta quede en los libros que el presidente Macri bailó en el balcón de Perón y de Alfonsín. Ese día, 10 de diciembre de 2015, le podría haber entregado al macrismo su primera victoria en la batalla por la imposición del sentido: Gilda había entrado en la historia.

Gabriel Prósperi. Periodista.

12 de diciembre de 2015.