martes, 1 de mayo de 2012

LOS FABRICANTES DE DICTADORES


            El monumento es impresionante: una mano gigante, dorada como el desierto, cazando en vuelo un bombardero yanki. Lo hizo construir en su palacio Muhamad Al Khadafi después del ataque aéreo a Trípoli ordenado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher en 1986. Ese mismo monumento aparece hoy pisoteado por un barbado rebelde, con una bandera libia en una mano y un grito silencioso de pretendida libertad saliendo de su boca. Es la foto de la caída del dictador.
            Libia es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Entre los doce estados miembros, es el noveno en el ranking de barriles extraídos. El 79% de su producción se exporta a Europa *. Libia produce poco más de un millón y medio de barriles por día. Varias petroleras europeas y norteamericanas extraen el crudo directo de los pozos controlados por el estado libio. Hasta ahora, debían negociar sus contratos con Khadafi. Pero hoy Europa y Estados Unidos están acorralados por la crisis financiera. Están secos de efectivo y de petróleo. Los cánones de extracción y exportación pactados con el dictador se hacen cada vez más pesados. ¿Cómo alivianarlos? Presiones de la ONU, acusaciones de terrorismo internacional, bloqueos económicos y en última instancia, movilización de portaaviones, bombas de la OTAN y rebeliones populares con armamento de misteriosa procedencia. El dictador tomó el poder hace 42 años. Pero el occidente libre parece haber “divisado” su sanguinaria y belicosa existencia hace poco tiempo. Es hora de ponerle punto final, barajar y exportar de nuevo.
            Horacio Calderón, uno de los analistas internacionales más confiables en materia de conflictos en medio oriente, advirtió que la Libia post Khadafi repetirá experiencias ya vividas en Afganistán e Irak: un país con un gobierno títere y con una presencia inquietante en las calles: la guerrilla contrarrevolucionaria, luchando para restaurar el viejo orden. El caudal de violencia y el número de víctimas serán dantescos. Pero ese costo puede pagarse, inclusive, a largo plazo. El costo que no se puede pagar más es el de los contratos de extracción de crudo.
            La mano gigante de Khadafi; las estatuas colosales de Saddam; las mansiones faraónicas de Noriega; los retratos monárquicos de Trujillo; los casinos monegascos de Batista; todos, a su tiempo, fueron pisoteados por la furia de la rebelión popular. Una furia derrocadora auspiciada y motorizada por los mismos que en su momento instauraron esas tiranías. Los fabricantes de dictadores, esos que tienen su casa central en Washington, ponen y sacan sus productos de acuerdo a una ley que conocen muy bien: la ley del mercado.

*Informe mensual de la OPEP, febrero de 2011.

                                                                       Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                       25 de agosto de 2011.

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