jueves, 10 de abril de 2014

MOYANO, BARRIONUEVO Y EL ADN SINDICAL ARGENTINO

10 de marzo de 1943. Elección de Secretariado y Comisión Administrativa de la CGT. Dos listas enfrentadas: la Número 1, liderada por el ferroviario José Domenech y la Número 2, representada por el histórico jefe de los obreros municipales, Francisco Pérez Leirós. Un voto decidía todo, el del ferroviario Marcos Lestelle. Domenech ya se preparaba para la ovación. Pero Lestelle dejó a todos blancos y votó por la lista 2. Domenech, traicionado, se levantó con los suyos de la mesa, rompió lanzas y fundó una nueva CGT. Le puso el original nombre de CGT Número 1. La CGT Número 2 - no les quedó otra que ese bautismo - fue liderada por Pérez Leirós, nomás. La suerte del bueno de Lestelle no la sabemos.
En fin, esta fue una de las tantas rupturas que tuvo la CGT desde su creación, tras el golpe de septiembre de 1930, hasta nuestros días. Pero la particularidad de este crack radica en que pudo haber sido la piedra fundamental de lo que hoy conocemos como “burocracia sindical”. En efecto, tanto Domenech como Pérez Leirós estaban afiliados al Partido Socialista. A los dos los unían más las ambiciones de poder que la ideología. Sin embargo, Pérez Leirós representaba un ala sindical más afecta a unir su praxis con las decisiones del partido. Domenech, en cambio, era el adalid de un sindicalismo, digamos, más “sindicalista”; independencia para influir, negociar y presionar. Perón llamaría a una y otra vertiente “sindicalismo político” y “sindicalismo gremial”. Tras la revolución de junio de 1943, el teniente coronel a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión se sentiría más gusto con una de esas vertientes. El 9 de diciembre de ese año, durante una asamblea de la Unión Ferroviaria en Rosario, Domenech dejó una frase para el resto de la historia política y, por qué no, musical del país: “Perón es el primer trabajador”.
Hugo Moyano y Luis Barrionuevo siguen cantando a viva voz que Perón es el primer trabajador. Afiliados ambos al Partido Justicialista, los avatares de la historia contemporánea los alejará y juntará caprichosamente… o no tanto. Durante el alfonsinismo, Moyano ascenderá fulgurantemente dentro del sindicato de camioneros, al amparo del líder cegetista Saúl Ubaldini; el mismo Ubaldini al que Barrionuevo intentará “derrocar“ a cadenazos y puntazos, en octubre de 1989, usando a sus “compañeros“ de la barrabrava de Chacarita. Durante el menemato y el alianzato, uno estará en las calles, contra el modelo; el otro, en calientes y oficialistas bancas del congreso como diputado y senador. Durante el interinato duhaldista, Moyano liderará el ala opositora dentro de la CGT; Barrionuevo, será uno de los instigadores de la continuidad del jefe lomense en la Casa Rosada. Con el arribo del kirchnerismo, Moyano llegará adonde siempre había querido llegar: número 1 de la CGT unificada; Barrionuevo, llegará a quemar urnas porque no lo elegirían gobernador de Catamarca. Hoy, en el atardecer del cristinismo, el camino los encuentra unidos y desbocados. Barrionuevo, el creador de éxitos como “en este país nadie hace plata trabajando” o “deberíamos dejar de robar por dos años”, lanzó en estos días otra frase rompeportón: “Kirchner fue un tipo que robó… que se cagó muriendo a los 60 años, fue un avaro". Moyano, más discreto oralmente, siempre fue un hombre de acción. Su estilo, marca registrada, ya ha sido definido por sus biógrafos: Golpear primero, negociar después.
Moyano y Barrionuevo lanzaron el paro del 10 de abril con varias consignas y un objetivo: averiar al gobierno de Cristina Kirchner. Más allá del notorio tinte político de la medida, en cada conferencia de prensa los dos líderes se encargaron de subrayar una y otra vez el carácter independiente del movimiento obrero que ellos representan. “Sindicalismo político” bajo la mácula de “sindicalismo gremial”. Otra clase de peronismo puro.
Moyano y Barrionuevo representan la continuidad histórica de aquella matriz sindical fundada por hombres como José Domenech. Podríamos decir que Moyano y Barrionuevo llevan consigo el mismo ADN gremial. Un ADN que, hay que decirlo, sufrió algunas mutaciones: al abandonar la secretaría general de la CGT, José Domenech, el más poderoso líder sindical entre 1935 y 1943, volvió a trabajar en los talleres ferroviarios de Rosario hasta jubilarse.  

Gabriel Prósperi. Periodista.
10 de abril de 2014.

Fuentes:

Hugo del Campo. “Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de una vínculo perdurable”. Siglo veintiuno editores Argentina.
Hiroshi Matsushita. “Movimiento obrero argentino, 1930-1945”. Siglo Veinte.
Miguel Bonasso. “Luis Barrionuevo, una vida a cadenazos”. Página 12, edición del 9 de marzo de 2003.

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