Peor que esto, nada. Esa pequeña frase
encierra una lógica presente recurrentemente en el ideario colectivo
argentino, sobre todo al argumentar en la discusión política, o
simplemente, cuando vamos a votar. Ahora, ¿qué es “lo peor”?
En los últimos años hemos tenido
varios “lo peor”: fue la desocupación, fue la inseguridad, fue
la inflación, fue el autoritarismo. Las llamadas “encuestas”
tuvieron a estos ítems variablemente al tope de sus conclusiones.
Hoy ese tope, sin dudas, ha de estar ocupado por el concepto de
“corrupción”. Y con razón. El impacto in crescendo de episodios
como la detención de Lázaro Báez, las excavaciones de ultratumba
en la Patagonia y la aparición de José López y sus bolsos
voladores reafirmaron esa aversión ciudadana. López todavía no
habló y no sabemos fehacientemente de dónde provinieron los 9
millones de dólares que saltaron el muro del histórico convento,
pero se da por hecho que fueron ahorrados durante 12 años de apego
al choreo. La bóveda nunca encontrada en el sur apareció en General
Rodríguez en modo “bóveda andante”. O sea, el martes 14 de
junio, en una fría y neblinosa madrugada, y gracias a un llamado
no-anónimo al 911, se hizo realidad la “prueba” decisiva y
necesaria para que supure al fin la matriz corrupta del kirchnerismo.
En términos policiales: el cuerpo del delito.
El actual gobierno pasaba casualmente
por sus peores días producto del malestar social en alza por los
tarifazos; por los entredichos con el Papa Francisco; por el oscuro
blanqueo oculto tras la fachada de un “resarcimiento histórico”
para los jubilados; por la bravuconada de funcionarios al decir que
tenían palos y palos verdes en el exterior “como muchos
argentinos”; por la “confesión” del jefe de gabinete que lo de
la pobreza cero era sólo un slogan de campaña. Ni todos esos
disparates juntos le harían cosquillas siquiera a la sola imagen de
un ex secretario de obras públicas esposado, encascado y mostrado al
mundo a lo Lee Harvey Oswald. López era el magnicida apoteótico de
esa pesadilla denominada kirchnerismo.
Changüí: “ventaja que se concede a
una persona o a un grupo”. La Real academia española y la realidad
juegan a favor del macrismo. Hace apenas unas horas cayó el tal
Pérez Corradi, autor intelectual no confeso del triple crimen de..
¡General Rodríguez! Otra vez, los cascos, los chalecos, las
cámaras, los flashes y la alimentación necesaria de esa indignación
que turba, que enceguece, que domina. Tan fantásticamente cierto que
asusta.
Hay un jueguito en internet que se
llama agar.io. Uno ingresa a una especie de universo acotado lleno de
pequeñas pelotitas estáticas, siendo una pelotita más grande, pero
móvil. En ese universo hay pelotas más grandes que lo que buscan es
comer a las pelotas más chiquitas. A medida que uno va comiendo
pelotitas estáticas, y va esquivando pelotas más grandes, va
creciendo en volumen. Y claro, cuando uno va creciendo quiere comerse
más y más y más y más y más pelotas más chicas. Y uno ve que se
va haciendo grande, grande, grande y quiere comerse más y más y más
pelotas chicas. Uno llega a ser grande, grande, muy grande. Pero
cuidado: porque siempre va a haber una pelota más grande que uno,
que va a querer comerte. Y que lo va lograr. O si no, hay otra más
chica que vos, pero que se une a otra también más chica y entre las
dos complotan. Y te comen. ¿Y cómo terminás? Expulsado. El agar.io
te da revancha: podés volver siendo otra vez una insignificante
pelotita. ¿Da revancha la política?
Se habla tanto de excavaciones que dan
ganas de decir que, realmente, el kirchnerismo se cavó su propia
tumba. Aunque también hay hendijas para pensar que la pala fue
facilitada por otros. Esos “otros” hoy se estarán restregando
las manos. No sólo por la crucifixión del kirchnerismo sino por su
imposible resurrección. Si hasta hace apenas unos días muchos de
los que pusieron su voto a favor de Mauricio Macri ya se estaban
planteando aquello de que “la verdad, con los kakas la pasábamos
mejor”, hoy ven reforzado su convencimiento de que hicieron bien. Y
lo que es más importante: lo harían otra vez. ¿Por qué? Simple:
porque triunfa eso de que la corrupción de aquellos provocó el
desbarajuste de estos y el padecimiento de todos. Es decir, peor que
esto – la corrupción del kirchnerismo – nada.
Gabriel Prósperi. Periodista.
19 de junio de 2016.
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