Las
críticas más numerosas se basaron en la presencia “insuficiente” del Estado:
“no llega la ayuda a tal lado”; “falló la logística en tal otro”; “aparecen
ahora cuando el desastre ya se consumó y no invirtieron para prevenir”. Los
medios opositores al gobierno destacaron los abucheos. Por supuesto en primer
término a Cristina Kirchner y a su cuñada, Alicia, y muy luego, al gobernador Daniel
Scioli. Funcionarios, cara a cara con la gente. Para Clarín o La Nación no fue
una acción natural y necesaria: fue una desfachatada intentona de poner el
pecho en un año electoral… que les salió muy mal.
Aquellos
que en los medios piden más Estado en el desastre, son los mismos que piden
menos Estado en la vida cotidiana. A saber: menos retenciones, menos impuestos
a la propiedad, menos cuarta categoría, menos intervención en los mercados
internos y externos. ¿Cómo puede el Estado reaccionar a tiempo si no se
financia? ¿Qué está primero el huevo o la gallina? El planteo suena a los
roaring ‘90’s: el Estado será sólo educación, salud y seguridad… Pero sin un
mango. Estado flaco, vacío y endeudado a la fuerza, ergo, el no-Estado. ¿Quién
gana? Los que tienen los medios para salvarse a sí mismos: esos que no quieren
pagar retenciones, ni impuestos, ni que venga ningún Moreno a escorchar. Librecambio
para todos… Y el resto, que se ahogue.
¿Es La
Cámpora el Estado? No. Pero se la presenta como parte de tal. Entonces falla,
aparenta, se entromete, molesta, acapara, se enfrenta, ¿roba?... La novela de
las pecheras quedará anclada en la anécdota intrascendente. Pero en tiempos de
urgencia y catástrofe sirvió como agente demonizador. Qué mejor enemigo del
gobierno que aquel que está necesitado y se siente usado, olvidado, abandonado.
La política disfrazada de periodismo pretendiendo desenmascarar a la política
disfrazada de caridad.
Finalmente,
el único valor destacado en la tragedia estuvo en la auténtica solidaridad de
la gente. La gente sola, desamparada. La solidaridad de la gente es esfuerzo.
La solidaridad del Estado no es solidaridad: es obligación. Las cámaras
apuntando a un funcionario en un centro de evacuados o en un barrio inundado es
demagogia. Las cámaras apuntando a un ciudadano en un centro de evacuados o en
un barrio es la demostración más cabal del “ser argentino”. ¿No hay demagogia
mediática en destacar sólo la solidaridad de la gente? ¿No será que la ayuda
del pueblo más la acción del Estado lograron mejores resultados que una y otra separadas,
cada una por su lado?
“Es la economía, estúpido”, rezaba
el slogan que hizo ganar impensadamente a Bill Clinton la presidencia de los
Estados Unidos, en 1992. ¿Aquí qué sería? ¿La solidaridad? ¿Las pecheras? ¿Los
abucheos? Puede ser cualquiera. Lo cierto es que, cuando bajó el agua, quedó el
barro más sucio y apestoso: el de la utilización política de la tragedia. El estado
de catástrofe presentado como la catástrofe del Estado.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
12
de abril de 2013.
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