jueves, 7 de abril de 2016

LA BATALLA DEL "DESAGUISADO"

   “Ordenar el desaguisado que nos habían dejado lleva a tomar decisiones que nos duelen”. Esta frase del presidente de la nación es el dardo que da en el blanco de la batalla por la imposición del sentido que divide aguas en la sociedad. ¿Es verdad que recibió un desaguisado? ¿Es verdad que no le quedaban otros caminos/medidas dolorosos/as que tomar?
   La condena socio-judicial de Jaime, la detención mediático-policial de Báez y la venidera reaparición de Cristina Fernández ingresando “a lo Boudou” al salón de la justicia de Comodoro Py 2002, engordan la hipótesis del desaguisado padre: la corrupción. “Se robaron todo y por eso ahora todos tenemos que pagar las consecuencias”. Un amplio espectro de la sociedad acepta y justifica esta inevitable realidad de “decisiones que duelen”. Gol del discurso político dominante.
   La estrategia de la pesada herencia no es nueva en nuestra historia. El relato de las decisiones dolorosas pero necesarias, tampoco. “Hay que pasar el invierno”. “Hemos dado una vuelta de hoja al intervencionismo estatizante y agobiante”. “Estamos mal pero vamos bien”. El infierno hoy; el paraíso mañana. La escuela liberal ha dejado su huella en nuestro pasado mediato e inmediato. El actual gobierno abreva inocultablemente en sus premisas. El desafío central de la administración Macri es lograr esquivar los funestos desenlaces en los que cayeron cada una de aquellas experiencias pre-existentes. Para disolver esos fantasmas, el propio presidente reconoce que la confianza de la sociedad en su gestión es esencial. ¿Cuánto agrietará esa confianza el reciente temblor con epicentro en Panamá?
   Las medidas quirúrgicas adoptadas por el gobierno parecen ceñirse a la más auténtica ortodoxia económica: bajar el déficit fiscal, frenar la emisión monetaria, desregular tarifas, enfriar salarios, controlar la inflación bajando el consumo, beneficiar impositivamente a los sectores más concentrados de la economía, recurrir al endeudamiento externo, achicar el Estado. La creación de un ministerio de modernización es toda una declaración de principios. El gerenciamiento de la actividad pública se rige por los cánones de la actividad privada. Todo se mide por objetivos. Los plazos corren por cuenta de quienes planifican. Las evaluaciones, también. Cuando llegue el tiempo de medir éxitos y fracasos, ¿los serán para quién?
   “Vos que andás diciendo que hay mejores y peores, vos que andás diciendo qué se debe hacer”. Los Fabulosos Cadillacs dieron en la tecla para resumir qué es esto del poder y la batalla por la imposición del sentido. El presidente y su “mejor equipo de la historia” dicen y hacen lo que se debe hacer. Las medidas duelen, sí. Pero tienen su láudano: los rostros del “desaguisado” entrando de a uno al salón de la justicia de Comodoro Py 2002.

                                                                  Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                  7 de abril de 2016.

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