Si el partido hubiera sido por
puntos, por una clasificación de grupo, se hubiera seguido. A la
Conmebol, no le quedó otra que pararlo. ¿De qué se iban a
disfrazar sus dirigentes si Boca eliminaba a River y a la postre
salía campeón? ¿Cómo iban a mantener su legitimidad y la del
torneo más importante de América si hubiera tenido éxito el equipo
del club en el que se orquestó semejante escándalo? El mal menor,
en este contexto, era que siguiera River e imponerle a Boca una pena
a todas luces menor. Así como la Conmebol sancionó cortesmente a
Boca, también aceptó fielmente la presión de la protagonista
central de esta historia: la tele.
Mientras el jueves las imágenes nos
dejaban a todos con la boca abierta, la voz en off del
vocero-comentarista de Fox Sports y vocero-defensor del
macrismo-angelicismo fustigaba el accionar de la policía, al tiempo
que exculpaba a la organización del club anfitrión. Cuando su
relator deslizaba la chance de una suspensión del partido, él de
inmediato desviaba la atención hacia otro lugar. Cuando uno de sus
periodistas de campo atinó a acercarse a los jugadores de River, él
lo retó para que se quedara al lado del árbitro. Presión y marca
personal. La tele, comiéndole los talones a Herrera, con un mensaje
cara a cara: “¿qué vas a hacer? Estamos acá, eh...”. Cuando el
presidente de River ingresó intempestivamente a la cancha, el
vocero-comentarista resaltó el error del dirigente visitante y
preguntó a sus compañeros:
- ¿Angelici está en la cancha?
- No.
- Ah...
El mundo entero le cayó con todo al
plantel de Boca y en particular a Orión por haber saludado a la “12”
y por no haber acompañado solidariamente a los jugadores de River.
¿Da este fútbol para rebelarse ante la evidencia de que las reglas
las imponen los más “porongas”? ¿Cómo podemos juzgar a Orión
y compañía por esa imagen final, cuando la Conmebol tiene la misma
actitud de obediencia y pleitesía ante los otros “porongas”, los
verdaderos jefes, los que ponen las cámaras y la “teca”?
Boca es el club más convocante de
América. Millones de hinchas quieren verlo competir. La tele gana y
gana y gana con Boca en la cancha. El jueves tardaron una hora y pico
para forzar la continuidad del partido. El sábado, en Asunción,
demoraron 7 horas la decisión: se rompieron la cabeza pensando si
había alguna forma de continuidad. Concluyeron, resignados y a
regañadientes, que era imposible seguir el encuentro, sin terminar
descubriendo el verdadero nido de la serpiente. Así como Orión y
compañía levantaron sus brazos para saludar a la “12” - los
dueños de su club y de su suerte - la Conmebol firmó una sanción
que fue ni más ni menos que levantar los brazos, bajar la cabeza y
disculparse ante los dueños de la pelota: la barrabrava de la tele.
Gabriel Prósperi.
17 de mayo de 2015.
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