Cristina reclama la Verdad. La
oposición reclama la Verdad. La “gente” reclama la Verdad. La Justicia va en
busca de la Verdad. Ahora, tal Verdad, ¿es lo mismo que lo que realmente
sucedió?
Había una vez un barco de
bandera norteamericana llamado “Maine”. El 15 de febrero de 1898 explotó cuando
estaba atracado en el puerto de La Habana. Murieron 250 y pico de personas.
Eran tiempos en que Cuba aún estaba bajo dominio colonial español, y los
cubanos peleaban por su independencia. Al otro día de la explosión, los diarios
más vendidos y más sensacionalistas de los Estados Unidos titularon que los
españoles habían atentado contra el “Maine”. Esos diarios eran de William
Randolph Hearst, padre de la denominada “prensa amarilla”. A los pocos días,
una intervención militar norteamericana echaba a los tiros a los españoles de
la Isla. Y la Isla pasó a ser un protectorado norteamericano (como
dolorosamente lo había advertido José Martí). El atentado español al “Maine”
fue la excusa perfecta para la invasión. Ahora, ¿había sido un atentado español?
Hoy, más de un siglo después, las pruebas y peritajes siguen sin confirmar cómo
explotó el “Maine”. Hoy la conclusión más aceptada es que fue un accidente
mecánico. Es decir, la Verdad construida, impuesta y aceptada no había sido lo
que había ocurrido realmente. Y sin embargo, fue la Verdad.
¿Qué
ocurrió con Nisman? ¿Suicidio o asesinato? ¿Era cierta su denuncia? ¿Era una
operación política? ¿Una operación tan grande como para incluir la mismísima
muerte del denunciante?
La
investigación de la muerte del fiscal arribará a un resultado. Tal resultado
estará fundamentado en pruebas. Esas pruebas determinarán un veredicto. Tal
veredicto conducirá a la Verdad. ¿Será lo que realmente haya sucedido? Nunca lo
sabremos. En definitiva, lo más importante será arribar a la Verdad. Porque la
Verdad es poder.
La
denuncia y muerte de Nisman, en términos políticos e históricos, son hechos fundamentales.
Pueden ser el empujón final hacia el abismo de los tiempos para el
kirchnerismo. El kirchnerismo lo sabe. Sus enemigos lo saben. Si el gobierno
estuvo detrás de un crimen, será una Verdad lapidaria. Si fue una operación político-mafiosa,
será una Verdad que confirmará que este gobierno siempre tuvo enemigos muy
poderosos que finalmente llegaron a un lugar de maquiavelismo insospechado. Hoy
casi nadie cree que el fiscal se haya disparado por su propia decisión. Pero si
finalmente esa fuera la Verdad, sería una Verdad estirada para un lado o para
otro, como en el juego de la soga. Ganará el mejor y más fuerte relato.
Moraleja:
la denuncia y muerte de Nisman vienen a demostrar la verdadera cara del poder. La
lucha por el poder es la lucha por la imposición del sentido. Cuál es la Verdad
ante un hecho tan determinante como este define la partida. La Justicia, pero sobre
todo los medios masivos de comunicación, juegan sus fichas a favor de unos y otros.
O a favor propio. El amasado de la opinión pública en el proceso de búsqueda de
la Verdad va formateando a su vez esa Verdad. William Randolph Hearst ya dio
cátedra de amarillismo y política. Habrá que ver qué tipo de “explosión del Maine”
es el caso Nisman. Habrá que ver cuál será la Verdad. O mejor, qué Verdad
triunfará.
Gabriel Prósperi. Periodista.
29
de enero de 2015.
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