Inundaciones, subtes, ABL, docentes, trabajadores estatales,
baches, etc. son verdaderas piedras en el camino de la ilusión presidencial
para Mauricio Macri. Sin embargo, el jefe de gobierno porteño sabe que para
tener chances de llegar a la Rosada necesita mucho más que la resolución
exitosa de cada uno de esos problemas: precisa de un golpe de efecto
estruendoso, impactante, brutal… Un golpe nacional y popular. Por eso, decidió
volver a las fuentes y depositar sus esperanzas en Boca: la llave del cofre de
su felicidad.
El
ingeniero está aprendiendo las lecciones que grita el soberano pueblo. No basta
ya con la pretendida “gestión”, ni con la cartelería amarilla, ni con las
peroratas de los Rodríguez Larretas o las Vidales, ni con la banca descarada de
Clarín. El sábado 8 de diciembre la Bombonera toda echó a un técnico amigo,
pidió por el ídolo enemigo y reclamó por el inapelable e incómodo Virrey. “Mirá
lo que es esto; no hay otra. Si queremos tener futuro, tenemos que ir a buscar
a Bianchi, sea como sea y cueste lo que cueste”. Las voces asesoras lo convencieron
y el ingeniero, resignado, le ordenó la misión al obediente Angelici. ¿Cuántos
“ceros” se habrán negociado en las tantas reuniones? Nunca lo sabremos, pero
Mauricio seguramente sacó la chequera más generosa de su vida.
Bianchi
aceptó y volvió. Primero, porque no es tonto y entiende que los que están con
la soga al cuello son quienes lo trajeron, no él. Y segundo porque es consciente
de que deportivamente arriesga poco. Como está de famélico el fútbol argentino,
le costará nada generar un Boca campeón. Para colmo, los “primos” tuvieron que
recular y llamar desesperadamente a Ramón. Si encima los clásicos lo favorecen,
su victoria será completa.
El Virrey, una vez más, tiene a
todos en un puño: a sus jugadores, a Angelici, a la “12”, a Riquelme, a River, a
la AFA y, por supuesto, a Macri. Su contrato vence en 2015, el mismo año de la
elección presidencial. A esa altura, Mauricio podrá soñar despierto con la Rosada
sólo si el “celular de Dios” sigue
con baterías.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
20
de diciembre de 2012.
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