El obelisco es tránsito. La plaza
es encuentro. El obelisco es festejo. La plaza es reclamo. El obelisco es
rotonda. La plaza es “ronda”. En el obelisco nada empieza, nada termina. En la
plaza todo empezó… Y todo puede terminar. El obelisco es la gente. La plaza es
el pueblo.
Y sin
embargo, eligieron el obelisco y no la plaza. ¿Por qué? ¿Porque es más fácil el
acceso? ¿Porque en la plaza no van a entrar? ¿O porque las cámaras pueden tomar
mejor la magnitud de la protesta? ¿Es más importante, entonces, ser muchos,
muchos, muchos, muchísimos antes que la causa del reclamo? ¿Es más relevante la imagen de las cacerolas que el sonido de las cacerolas?
En la plaza
madrugó la patria, las patas se mojaron en las fuentes, cayeron las bombas,
rodaron los tanques, sonaron los bombos, pegaron los palos, perforaron las
balas. En el obelisco se vivaron triunfos, se celebraron
mundiales, se festejaron campeonatos y… (¿qué más?). En la plaza se escribe la
historia. En el obelisco, la historia pasa.
Mañana no
será la plaza, será el obelisco. La historia amenaza con pasar, una vez más. 8
de noviembre de 2012. Le dicen 8N… ¿“N” de nada?
Gabriel
Prósperi. Periodista.
7
de noviembre de 2012.
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