Un cacho de Grondona:
democracia viene de “demos” - pueblo - “cracia” - gobierno (o algo así...).
Política viene de “polis”, las ciudades estado griegas. En estas polis, la
democracia se ejercía en el ágora, la plaza central. La llevaban adelante los
ciudadanos. ¿Quiénes eran los ciudadanos? Los propietarios de tierras. La
democracia no incluía mujeres ni esclavos ni extranjeros ni gente común y
corriente. O sea, era una democracia súper acotada.
Cuenta Homero en la
Ilíada, en su Canto II, que hallábanse los señores y generales aqueos reunidos
en asamblea definiendo los pasos a seguir en Ilión. Hete aquí que tomó el cetro
un tal Tersites, servidor de Aquiles, un deforme, rengo y charlatán personaje
de segundísimo orden. Este buen hombre osó levantar la voz y cuestionar nada
más y nada menos que al “divino” Agamenón, capi di tutti le capi. Odiseo (o
Ulises, como más les guste), machazo general, lo escuchó, enardeció y le
arrebató el cetro. Primero lo denostó delante de todos y luego, le pegó un par
de cetrazos en la espalda y los hombros que hicieron que Tersites no sólo se
callara sino que se doblara en dos y llorara del dolor. Para que le quedara
claro: la palabra le estaba vedada a Tersites y a todos los como él. Punto.
Miles de años
después, en nuestros múltiples ágoras, ¿cuánto de Tersites tenemos? ¿Cuánto
Odiseo hay todavía callándonos y pegándonos en el lomo? ¿Cuánta democracia?
Gabriel Prósperi. Periodista.
24 de diciembre de 2015.
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