Por estas horas se discute si Boca
tiene que salir campeón de la Libertadores tras la agresión sufrida
por el plantel al ingreso al territorio River. Ahora bien, la
responsabilidad de que el micro fuera enviado al matadero de los
piedrazos era exclusiva del operativo de seguridad. Un video de
@Promiedos en Twitter es más que explícito: lo que ocurrió se pudo
haber evitado, simplemente, cambiando de trayecto. Sin embargo, el
micro siguió. ¿Por qué?
Los jugadores de Boca, liderados por
Carlos Tévez, se quejaron con motivos más que válidos por la
agresión. Apuntaron contra la Conmebol y contra River pero no
hicieron mención al operativo que los llevó a ese cadalso. Al otro
día, el jefe de gobierno porteño deslizó que pudo haber errores en
la seguridad pero culpó por lo sucedido directamente a los
barrabravas. Más tarde, Angelici confirmó que iban a reclamar los
puntos del partido y tampoco se quejó explícitamente respecto del
operativo que derivó en la cobarde agresión a sus jugadores. Ergo,
¿fue esto un escenario predispuesto para sacar una ventaja
deportiva?
Los videos de la agresión tardaron
nada en viralizarse, tanto como el de una mujer “armando” con
bengalas a una nenita y el de un grupo de chorros robando autos. La
respuesta ante esas imágenes, amplificada y legitimada por los
medios masivos, fue unánime: “somos una sociedad desquiciada”;
“la violencia está enquistada en todas partes”; “somos un país
inviable”. Entonces, el argumento basal de lo ocurrido era que
“esto somos, qué vergüenza”. Sin embargo, al mismo tiempo, y en
todo el país, se estaban desarrollando eventos deportivos y
artísticos más o menos masivos y no hubo nada parecido a lo que
ocurrió en River. Entonces, ¿somos más violentos que pacíficos o
más pacíficos que violentos?
Más que operativo, lo de River
pareció una operación. Y el hecho de que discutamos si Boca merece
ganar la copa o si el partido se debe jugar en la Luna sin público
es la tormenta perfecta para no detenernos en lo que a mi juicio
persiguió esta escenografía de la violencia: sacar una ventaja
política.
El gobierno nacional se prepara para
recibir a los presidentes del G20. Y también para recibir a
diciembre. Precisa imponer el ajuste incrementando el control social.
La intensificación de la represión es condición sine qua non para
sostenerse en el poder en medio de una creciente e inevitable
conflictividad social. Y por eso necesita mostrar y mostrarnos a
todos como integrantes de una sociedad violenta, desbordada, que
amerita mayor control, o sea, más palo.