viernes, 17 de octubre de 2014

TEORÍA DE LA RESIGNACIÓN



                Que Boudou roba; que Cristina es soberbia; que Macri espía; que Massa, nada. Valoraciones, sentencias, posiciones, ¿desde dónde? ¿Qué hace que consideremos que eso que se critica esté mal? Una normalidad subyacente. Sentido común, que le dicen.
                Se me ocurre que los que descansan en eso que “está bien” y que oponen a lo que “está mal”, en otra época hubieran pedido a gritos la cruz para Jesús o la hoguera para Copérnico. ¿Cuándo el sentido común, la normalidad, se dio tan vuelta-tortilla como para que Jesús hoy sea ícono de todo lo bueno y Copérnico, de todo lo sabio? ¿Podrá ser, entonces, que algún día Boudou no haya robado, Cristina no haya sido soberbia, Macri no haya espiado y Massa no haya, nada? O mejor, me corrijo: ¿Podrá ser que la corrupción de Boudou algún día sea reconocida, la soberbia de Cristina sea adulada, el espionaje de Macri sea aplaudido y la nada de Massa sea festejada?
                Resignación o rebeldía. Pasamos la vida en un mar de normalidades resignadas, repitiendo fórmulas discursivas inventadas por otros, instaladas por otros, perpetuadas por otros. Paradigmas de pensamiento tan sólidos como incuestionables. Verdades. Pasamos la vida a veces sin conocer las paradisíacas y pequeñas islas de rebeldía; atolones de libertad. Peligrosas aventuras del ser. Pasamos la vida siendo lo que otros pergeniaron, pergenian y pergeniarán lo que fuimos, somos y seremos.
Cuánto amor hay hoy en el mundo gracias a Jesús, pero sobre todo, gracias a Pedro, a Juan y al resto de los que le creyeron y se rebelaron ante la evidencia de la falacia atroz de ese nazareno mentiroso. Cuá
nto conocimiento hay en el mundo hoy gracias a Copérnico, pero sobre todo, a Kepler y a Galileo que decidieron seguir sus blasfemas conclusiones astronómicas hasta convertirlas en evidencias irrefutables.
Yo no pretendo ser Galileo (no sé, ustedes). Pero entiendo como pequeñas migas soberanas del pan de la mentira aquellas gotas de pensamiento mío, mío, mío que cuestionan (nada más, eh?… no vayan a creer) eso que denominamos sentido común. Esto no es una crítica a los medios (tranquilos TN y 678, tranquilos). Es un insignificante, casi roedor, cuestionamiento a la Historia, los sacerdotes, los maestros, los profesores, los padres, los vecinos, los amigos, los diarios, las radios, los canales de televisión, que fueron, van e irán sedimentando en nosotros esa losa pétrea sobra la cual se construye cada centímetro cuadrado de nuestro conocimiento. Cada agujerito del sabroso queso de la Verdad.
Dicen que el arte es un escape. Bárbaro, pero el arte dentro de ciertos límites (los de la losa aquella). Si concibo una expresión artística el asesinato en vivo del CEO de una mega-empresa, no sólo recibiré la desaprobación del 99,99% de todos, sino además, muchos años de cárcel o pocos minutos de silla eléctrica, de acuerdo al escenario elegido para tal expresión cultural. Recordemos que a un maestro como León Ferrari casi se lo crucifica en la Recoleta por mostrar a un Jesús crucificado en un avión… El arte con vuelo corto.
La teoría de la resignación, creo, es el paradigma de pensamiento que podría explicar la insoportable experiencia del transcurrir diario de muchos de nosotros. El entender su lógica (perdón por sonar engreído) podría abrirnos un pequeño ventilete; peor, una hendija. La hendija de la contra-resignación. Tos convulsa de libertad. Convalecencia del ser. Orgullo doloroso del aquí estoy yo. Así que, ¿es tan corrupto Boudou? ¿Era tan mentiroso Jesús? ¿Es tan soberbia Cristina? ¿Era tan hereje Copérnico? ¿Es tan espía Macri? ¿Eran tan ingenuos Pedro y Galileo? ¿Es tan nada Massa? ¿Soy…?

Gabriel Prósperi. Periodista que a veces “filosofa”
17 de octubre de 2014.