lunes, 29 de abril de 2013

ARGENTINOS: ORGULLOS DE IMPORTACIÓN


            Messi, orgullo nacional… ¿orgullo nacional? Maravilla Martínez, orgullo nacional… ¿orgullo nacional? … Máxima (sí, la reina holando-argentina)… ¿orgullo nacional?... Nacieron acá, sí. Pero, ¿son genuinamente argentinos… argentinos…?
Messi es una maquinita de fútbol-perfecto moldeado y pergeñado en Barcelona. “Pará, loco. ¡Nació en Rosario y hasta jugó en las inferiores de Newell’s…! ¡Es de Newell’s!” Correcto, pero, ¿hubiera sido MESSI, así con mayúsculas, de haber seguido su desarrollo aquí? No lo sabemos, por supuesto. Pero sí sabemos que el MESSI con mayúsculas se hizo allá, lejos, sin influencia argentina, más allá de sus genes.
Con Maravilla pasa otro tanto. ¡No peleaba en Argentina hacía 11 años! Se confirmó Maravilla en otros lares. Se hizo campeón afuera. ¿Es considerable un producto genuino del boxeo argentino? El mismo Maravilla, ¿habrá querido ser un producto genuino de nuestro deporte? ¿O habrá “leído” en su devenir que para ser “Maravilla” debía emigrar, más allá de las penurias económicas que todos conocemos… y que por cierto, también pasaron (y pasan) cientos de boxeadores que se matan acá, dándole a bolsas ajadas y saltando sogas melladas
en algún húmedo gimnasio de por ahí.
¿Y Máxima? La aprecian en Europa y nos golpeamos el pecho. ¿Su virtud? La simpatía… Y haber sido objeto de deseo y de amor de un príncipe ignoto y furiosamente pelirrojo de un país lleno de tulipanes, molinos, goles de Johan Cruyff, obras maestras de Van Gogh y “Polders”.
            En fin, ¿cuán “nosotros” son estas tres glorias nacionales? ¿Son más argentinos Maradona, Borges, Fangio, Monzón, (y otros, ayúdenme…)? ¿Dónde radica el orgullo por ellos? ¿Es lo mismo el “ser” que el “hacer-se” argentino?
            Para tranquilidad de mucha conciencias, y para aportar un granito más de entretenida polémica, digamos que el argentino de todos los tiempos, el libertador de la patria, nació en Corrientes, pero “se hizo” San Martín, - el estratega, el gran general – lejos de acá, en España… ¿Habrá marcado para siempre nuestro destino de “orgullosidad” importada?

                                                           Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                           29 de abril de 2013.

viernes, 19 de abril de 2013

ULTIMO MOMENTO: AGONIZA EL PERIODISMO


           
¿Cuál es el límite entre lo irrefutable y lo dudoso? ¿Fariña? ¿Elaskar? ¿Lanata? El domingo 14 de abril el informe de Lanata parecía tan inapelable como estruendoso. Al menos, así lo consideré mientras lo veía. Pero dos días después, las principales fuentes testimoniales comenzaron a disolverse en contradicciones, diretes, mentiras y tretas insostenibles. Dos sujetos no sólo se desdecían sino que negaban el delito denunciado. Dos campanas dejaban de sonar. ¿Y la tercera? Los documentos oficiales de las presuntas operaciones oscuras podían obtenerse por Internet. ¿Y entonces?
            Entonces, lo esencial: la hipótesis de la investigación (lavado de dinero de Lazaro “K” Baez) debe darse por real y verdadera, pase lo que pase y se arrepienta quien se arrepienta. La comprobación solo se subsume a una cuestión de pareceres, ópticas, gustos, ideologías, intereses. ¿Qué documentación que aporte Lanata de ahora en más a la causa podrá considerarse unánimemente como incuestionable? El propio Lanata dijo que a Elaskar – al segundo Elaskar, al de Graña – no le creyó nadie. ¿Y por qué debió él creerle como fuente fide-digna en su momento? Porque hablaba para solventar su idea fuerza. Y eso era lo principal… Aunque mintiera. Más aún cuando las afirmaciones de Elaskar se condecían con las del devenido mentiroso Fariña en la cámara oculta… Abro paréntesis: (Hablando de cámara oculta, ¿no es artero publicar una grabación de una fuente que supuestamente no sabe que la están grabando? Woodward y Bernstein no revelaron la identidad de “Garganta profunda” aún después de haber encabezado la investigación que terminó con la presidencia de Richard Nixon. El nombre de la fuente secreta recién se supo 33 años más tarde. Era el segundo del FBI).
¿Y el televidente? El televidente se ve forzado a creer lo que quiera creer. En el masivo 18 A se escuchó “Aguante Lanata”; “Lanata presidente”; “Vamos Lanata”. Para Lanata, la selección. Hinchas de Lanata. Ciudadanos deseosos de que avance, que denuncie, que moleste, que desenmascare al gobierno… Un gobierno que debe terminar. Un gobierno corrupto, ladrón, dictatorial, oprobioso, soberbio, falaz, mentiroso. Todo eso y mucho más. ¡Cómo no va a ser lavador de dinero un empresario decididamente K! “¿Que la investigación es endeble…? Mentira, es sólo otra contraoperación K”. Y puede ser… Pero de nuevo, ¿no sería sano comprobar la contraoperación? El cuento del huevo y la gallina…
Lanata es el principal periodista del grupo Clarín, el oligopolio mediático más poderoso del país, enfrentado a todo o nada con el gobierno. Sus recursos económicos y humanos son… Son los que se necesiten. Y aún así pone al aire una cuestionable investigación que apunta al corazón de la presunta corrupción K. ¿Qué nos queda entonces al resto de los periodistas? ¿Cuál será nuestro margen de credibilidad de aquí en más? ¿Qué información podrá juzgarse como irrevocablemente verdadera y cuál no? Me da miedo que en el próximo Boca-River, gane River 2 a 0 y los de Boca no reconozcan la derrota porque “nosotros, no vimos en ningún momento del partido que la pelota haya ingresado a nuestro arco dos veces”.
La puja Clarín – Gobierno, resumido en el caso Lanata-Báez-Fariña-Jelinek-Calabró-Rossi, convirtió al periodismo en una cuestión de fe. Quien quiera creer, que crea. Y el que no, que no. La era del periodismo-religión. El periodismo de investigación, de denuncia, el temible “cuarto poder”, late cada vez más despacio. Ojo: la placa roja de último momento está ahí de la placa negra.

                                               Gabriel Prósperi. ¿Periodista?
                                               19 de abril de 2013.

viernes, 12 de abril de 2013

¿ESTADO DE CATASTROFE O CATASTROFE DE ESTADO?


           
           Cristina Kirchner pisó Tolosa el día después de la inundación. El barrio donde nació tuvo agua hasta los picaportes de las puertas. ¿Fue por nostalgia lastimera? No. Fue para mostrar en cuerpo presente que el Estado iba a estar… ¿Y estuvo? Para los kirchneristas sí. Para los anti-kirchneristas, no. O por lo menos, estuvo mal.
            Las críticas más numerosas se basaron en la presencia “insuficiente” del Estado: “no llega la ayuda a tal lado”; “falló la logística en tal otro”; “aparecen ahora cuando el desastre ya se consumó y no invirtieron para prevenir”. Los medios opositores al gobierno destacaron los abucheos. Por supuesto en primer término a Cristina Kirchner y a su cuñada, Alicia, y muy luego, al gobernador Daniel Scioli. Funcionarios, cara a cara con la gente. Para Clarín o La Nación no fue una acción natural y necesaria: fue una desfachatada intentona de poner el pecho en un año electoral… que les salió muy mal.
            Aquellos que en los medios piden más Estado en el desastre, son los mismos que piden menos Estado en la vida cotidiana. A saber: menos retenciones, menos impuestos a la propiedad, menos cuarta categoría, menos intervención en los mercados internos y externos. ¿Cómo puede el Estado reaccionar a tiempo si no se financia? ¿Qué está primero el huevo o la gallina? El planteo suena a los roaring ‘90’s: el Estado será sólo educación, salud y seguridad… Pero sin un mango. Estado flaco, vacío y endeudado a la fuerza, ergo, el no-Estado. ¿Quién gana? Los que tienen los medios para salvarse a sí mismos: esos que no quieren pagar retenciones, ni impuestos, ni que venga ningún Moreno a escorchar. Librecambio para todos… Y el resto, que se ahogue.
            ¿Es La Cámpora el Estado? No. Pero se la presenta como parte de tal. Entonces falla, aparenta, se entromete, molesta, acapara, se enfrenta, ¿roba?... La novela de las pecheras quedará anclada en la anécdota intrascendente. Pero en tiempos de urgencia y catástrofe sirvió como agente demonizador. Qué mejor enemigo del gobierno que aquel que está necesitado y se siente usado, olvidado, abandonado. La política disfrazada de periodismo pretendiendo desenmascarar a la política disfrazada de caridad.
            Finalmente, el único valor destacado en la tragedia estuvo en la auténtica solidaridad de la gente. La gente sola, desamparada. La solidaridad de la gente es esfuerzo. La solidaridad del Estado no es solidaridad: es obligación. Las cámaras apuntando a un funcionario en un centro de evacuados o en un barrio inundado es demagogia. Las cámaras apuntando a un ciudadano en un centro de evacuados o en un barrio es la demostración más cabal del “ser argentino”. ¿No hay demagogia mediática en destacar sólo la solidaridad de la gente? ¿No será que la ayuda del pueblo más la acción del Estado lograron mejores resultados que una y otra separadas, cada una por su lado?
            “Es la economía, estúpido”, rezaba el slogan que hizo ganar impensadamente a Bill Clinton la presidencia de los Estados Unidos, en 1992. ¿Aquí qué sería? ¿La solidaridad? ¿Las pecheras? ¿Los abucheos? Puede ser cualquiera. Lo cierto es que, cuando bajó el agua, quedó el barro más sucio y apestoso: el de la utilización política de la tragedia. El estado de catástrofe presentado como la catástrofe del Estado.

                                                                       Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                       12 de abril de 2013.