domingo, 6 de mayo de 2012

HUMO DE COMUNICACIÓN MASIVA

   Gomas quemadas. Barricadas de madera, cartón y nylon. Hombres, mujeres y muchos, muchos chicos sobre el pavimento, frente a frente con una decena de camiones parados a la fuerza. La Villa 31 parece hervir. ¿Casas? ¿Trabajo? ¿Seguridad? No, piden micros escolares para sus pibes. La protesta tarda sólo unos minutos en salir en vivo por los canales de TV. 
   A la par de las primeras imágenes, llega a las redacciones un mail con un comunicado del ministerio de seguridad de la nación. En seis líneas, se explica la protesta y se le echa la culpa a la falta de respuesta del gobierno porteño. Un minuto después (sí, 60 segundos, admirable esfuerzo de producción) el canal C5N tiene en el aire una comunicación telefónica con el ministro del interior, Florencio Randazzo. ¿Qué dice el ministro? Que el gobierno de Macri “no se hace cargo de sus responsabilidades”.
   Unas horas antes, bien tempranito, Clarín y La Nación cargaban más tintas sobre el “round subtes” entre Cristina y Macri. El título no era que De Vido había intimado al ingeniero mediante una carta. No. Eligieron poner una primicia: “Macri presentó un amparo por los subtes”. Era más importante la defensa de Macri que el avance del gobierno nacional… ¿Era más importante?
   En este descarado uso de la información, existe una sutil aunque notable diferencia entre el kirchnerismo y el macrismo. El primero, crea, paga, coopta, acorrala a determinados comunicadores para distribuir su mensaje. Los anti K lo llaman “relato”. El macrismo, en cambio, es sólo una expresión superficial y electoralista de intereses corporativos que se ven amenazados por la política del gobierno. Aquí están Clarín y La Nación pero también, otros conglomerados de poder rural, industrial o financiero que eligieron a Macri como “su” candidato.          El kirchnerismo ataca a Macri, y al mismo tiempo, torpedea a los grupos de poder que ubicó como enemigos de esta pretendida transformación socioeconómica puesta en marcha desde 2003. Por su parte, Macri y sus muchachos necesariamente tienen que agredir al kirchnerismo porque cada agravio quedará legitimado política y periodísticamente a través de la más formidable caja de resonancia pública: la tapa de Clarín. El macrismo aparece así como una configuración política que representa las ansias de retomar el poder por parte de actores sociales amenazados pero para nada debilitados en su capacidad de penetración ideológica en la clase media.
   Las empresas mediáticas son organizaciones para-partidarias que funcionan como manipuladores orgánicos de la opinión pública. Lo son hoy y lo fueron siempre. La particularidad de este momento histórico es que esa esencia sale a la luz más claramente que nunca. Una declaración rimbombante sirve para atacar a tal funcionario. Una aparente investigación periodística es en realidad una operación para “cargarse” a tal otro. El ejercicio del lector-oyente-televidente ante cada información no es determinar qué se dice sino para qué se dice. ¿Dónde quedó, entonces, la búsqueda de la “verdad” como objetivo ulterior del periodismo? Cualquier intento de respuesta podría caer en el ridículo.

                                                                      Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                      8 de marzo de 2012.

MAS KELPERS QUE LOS KELPERS


   Imaginemos que los famosos kelpers quieren ser ciudadanos norteamericanos. O neocelandeses. O peruanos. Los británicos y los argentinos que avalan ese noble derecho a la autodeterminación, ¿aceptarían gustosos el deseo de esos maduros isleños? Aquellos que escriben y pregonan a favor de la independencia política de los kelpers no persiguen ninguna premisa ideológica. Sólo buscan minar las chances de un avance diplomático del país hacia la factibilidad de una auténtica soberanía. 
   Ciertos medios masivos y algunos pensadores temen que un revés para Gran Bretaña y un eventual aunque incipiente adelanto diplomático argentino representen un triunfo político, hacia el interior y el exterior del país, del gobierno nacional. El mentado respeto por la opinión "independiente" de los kelpers sólo pretende mantener el status quo actual. Para ellos, es preferible postergar la discusión con los ingleses antes que iniciarla ahora, durante el gobierno K. Tienen miedo de que esa instancia se convierta en un "Cristina for ever". Vaya paradoja: siguen pensando con la misma matriz de la dictadura: creen que un triunfo en Malvinas es sinónimo de perpetuación en el poder. Y lo que es peor, pero evidente: siguen desconfiando de la autodeterminación y elección política del pueblo argentino, que es tanto o más importante que lo que opine cualquier malvinense... perdón, kelper.


                                                                        Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                        2 de abril de 2012

jueves, 3 de mayo de 2012

LA THATCHER ESTARIA ORGULLOSA


Viernes. 18:40. Llego del laburo, cansado. La casa vacía. Largo lo más prolijamente posible la mochila. A tientas casi, porque no me da ni para abrir la ventana, prendo el equipo de música. Un poco de Kid-A de Radiohead (quienes lo escucharon saben que es para evadirse un rato por ahí, volando en lo alto o sumergiéndose en vaya a saber qué océano gelatinoso). Ducha tibia. Patas al aire. Y ahí está la compu, a mano, mirándome sin mirar. No sé que demonio me susurra en la oreja para que la prenda. Instintivamente voy a los portales de noticias. Tema, YPF. Leo: España advierte a la Argentina diplomáticamente. ¡Convocatoria al embajador! ¡Declaraciones de funcionarios de alto rango!: "¡Defender a Repsol es defender a España!". Pocas veces sucede algo tan previsible. Y tan rápido. Rajoy, ajustando a su pueblo. La crisis en las calles y en la mesa de los españoles. Desocupación galopante. Desacreditación externa. Represión. ¿Cómo atemperar los ánimos? Hay que buscar un enemigo externo. Urgente. Es la enseñanza histórica de los "grandes líderes del mundo". Para Thatcher, Malvinas. Para Bush, Irak. Rajoy, burgués asustado, resulta un muy bien "10" felicitado. Y allí va, en pos de convertir al país de esos populistas sudacas en el enemigo deseado. El anillo al dedo para hacer ruido y salir del paso. Y los medios, adictos a esta fantochada, se hacen eco, no sólo allá, sino acá. Como ocurrió con la negociación diplomática con Gran Bretaña por Malvinas, los mass media nacionales opositores ensalzan la amenaza ibérica y le echan la culpa de la pelea con "la madre patria" al gobierno argentino por su intención aún no manifiesta de expropiar (es decir, comprar, pagar, no robar) la mitad de YPF. Temen que la reestatización parcial de la petrolera signifique un pequeño triunfo para Cristina. No le quieren dar ni un centímetro y por eso, prefieren elogiar la escalada chauvinista y desubicada de un estado europeo que no sabe a donde va.
Bueno, terminó el texto y terminó el disco. A ver que pongo, ahora... Raphael... David Bisbal...  Camilo Sesto...

Gabriel Prósperi. Periodista.
13 de abril de 2012

CUIQUI


11-S = miedo.
Un huracán = miedo.
Gripe A, gripe aviar, ántrax, SIDA, etc… = miedo.
Árabes = miedo.
Negros = miedo.
Latinos = miedo.
Indios = miedo.
Comunistas = miedo.
Extraterrestres = miedo.
Lennon = miedo.
Mohamed Alí = miedo.
Fidel = miedo.
Saddam = miedo.
Khaddafi = miedo.
Ahmadinejad = miedo.
Chávez = miedo.

Y entonces…
Miedo = invasión.
Miedo = guerra.
Miedo = explotación.
Miedo = armas.
Miedo = matanzas.
Miedo = murallas, alambrados electrificados, cacerías humanas.
Miedo = dominación.
Miedo = colonización.
Miedo = imperialismo.
Miedo = E.E.U.U.

Gabriel Prósperi. Periodista.
10 de septiembre de 2011.

LOS MEDIOS Y LOS MIEDOS


La estigmatización clasista de los medios masivos. Lección 2. "Ultimo momento", grita una productora. "Un hombre mató a su esposa y escapó. Dejó una carta que habla de traición". "¿Dónde fue?", pregunta un jefe. "En villa Itatí, en Quilmes". "Mmmmm. Después vemos". "Ultimo momento", grita otro productor. "Un hombre mató a su esposa y escapó. Dejó una carta que habla de traición". "¿Dónde fue"", pregunta el mismo jefe. "En San Isidro". "Mandá cámara, cronista y móvil, ¡ya!".... El policial negro, si tiene cabello rubio y ojos celestes, mejor.

                                                                          Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                          21 de julio de 2011

LOS MEDIOS Y LOS MIEDOS


La estigmatización clasista de los medios masivos. Lección 1. Cuando hay un piquete de desocupados en la 9 de julio, el título es: "Caos de tránsito". Cuando hay un piquete de vecinos en Santa Fe y Pueyrredón es: "Cacerolazo contra el gobierno", o en su defecto, "Cacerolazo por la inseguridad". Cuando hay un corte de ruta protagonizado por productores medianos y estancieros es: "Protesta del campo". El caos siempre tiene una sola cara.

                                                           Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                           21 de julio de 2011

martes, 1 de mayo de 2012

BOMBAS


Dice el diario de hoy: "Más de 70 manifestantes murieron en brutal represión del gobierno en Siria". El vocero de la Casa Blanca, preocupado, expresó: "deploramos el uso de la violencia".
Dice el mismo diario de hoy: "Unas 21 personas murieron en zonas rurales de Pakistán por el bombardeo de un avión norteamericano". No hubo declaración de la Casa Blanca.
Dijo el Che Guevara en Punta del Este, en 1961: "al imperialismo no se le puede creer ni tantito así".
Dijo un sueco, en 2009: "el premio nobel de la paz es para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama".

Gabriel Prósperi. Periodista.
23 de abril de 2011

SUBTES 2015


           “Mauricio, no hay que aflojar. ¡¿Querés ser presidente o no!?. Salí y hablá. Salí y pegá” Y Mauricio asiente, deja el sanguchito y toma un sorbo de coca light. Tiene que hacer lo que menos le gusta: hablar. Hablar para lanzarse hacia la anhelada candidatura como por un túnel. Mejor dicho: como por un subte.
            Cristina acababa de aflojar. Le proponía un traspaso más benévolo, casi conciliador. Mauricio dudó. Tenía ganas de negociar. Pero sus hombres lo sacudieron de los hombros y le sugirieron: “ni se te ocurra”.
            La “intelligentzia” de Mauricio cree que están dadas las condiciones para atacar. Es evidente que la caja nacional se achica y que los famosos subsidios son imposibles de sostener. En función de la sintonía fina, el gobierno nacional se adelantó y decidió sacarse de encima los subtes. En ese momento, Macri creyó que era la oportunidad de demostrarle al país sus habilidades como administrador. Pero se dio la cabeza contra la pared. Cuando los números no le cerraron aumentó el pase a $ 2,50. La gente puso el grito en el cielo. Los cerebros del macrismo se dieron cuenta de que otra salida apresurada como esa haría tambalear el proyecto presidencial. Con esa certeza, convencieron a Mauricio: había que sacarse los subtes de encima, encontrar una manera elegante de romper el compromiso y devolvérselos a De Vido. Y así nació la parábola de la falta de inversiones y la intransferencia de recursos. “Además, Mauricio, imaginate si te cae una tragedia como la del Once en los subtes a tu cargo… ¡Se termina todo, papá! ¡La ilusión de que seas presidente duraría menos que un viaje de Constitución a Retiro! No sé si Cristina se banca otro Once… Si pasa eso, ¡que lo garpe ella, no nosotros!”. Fin de la discusión.
            Y Mauricio sale a hablar ante las cámaras apenas tres horas después de la oferta de Cristina. Y no sólo retruca como nunca, ¡también responde preguntas! Eso, “ella” no lo hace. Un poroto a favor.
La frutilla del postre vendrá al otro día. El título de Clarín dirá: Cristina presiona, Mauricio rechaza. Es decir, Cristina es autoritaria. Mauricio, tiene autoridad. El perfil del candidato se va formateando con letras de molde.
            La justicia, probablemente, obligue al ingeniero a tomar los subtes y las 33 líneas de colectivos a su cargo. Pero ya será una cuestión de fuerza mayor. Los argumentos para un nuevo tarifazo serán más sencillos de explicar y el costo político de tan infausta medida será mucho más barato. Además, si ocurriera algún accidente, siempre estará a mano la excusa de que antes no hicieron lo que tenían que hacer. Lo importante para el proyecto anti K “Mauricio 2015” es que el jefe de gobierno salga fortalecido de esta batalla con Cristina. El diálogo que pregona y reclama Macri sólo queda en las entrecortadas palabras de sus discursos. En los hechos, el plan es confrontar sin concesiones con el gobierno. Mauricio, su team y los grupos corporativos que lo sostienen como su candidato apuestan a que el tema subtes sea la primera estación en el traqueteado viaje a la Rosada.


                                                                       Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                       31 de marzo de 2012

LOS INVENTORES DEL MIEDO


“La inseguridad es el problema que más preocupa a los argentinos”, dice el conductor del noticiero. “Nos están matando a todos como perros”, repite la vecina indignada. “El que mata, tiene que morir”, grita la diva y recibe aplausos. Y sube el rating. Y el miedo avanza, al galope. El miedo entra en casa por la tele, por la radio, por internet. Un miedo que se siente hoy pero se pensó hace mucho. Porque el miedo es una construcción histórica.
En la Argentina de mitad del siglo XX había una situación de semipleno empleo. Perder el trabajo no era el fin. Luchar por un salario mejor era ley. Organizarse era una virtud. La solidaridad, una bandera política. Subrayo: política. La dictadura no destrozó la escasa industria nacional en el marco sólo de un proyecto económico. Lo hizo para desarticular un orden social y crear otro nuevo. Acabar con las fábricas era acabar con la organización obrera. Acabar con la organización obrera era acabar con la solidaridad. Acabar con la solidaridad era acabar con la idea de progreso colectivo. Acabar con la idea de progreso colectivo era acabar con la idea del trabajo como único motor del progreso individual. De pronto, miles de personas empezaron a quedar en la calle. Otros, los mejores, simplemente desaparecieron. Cada vez hubo menos bocas de empleo y más bocas que alimentar. Sálvese quien pueda. La calle fue un destino cierto, el peor de los destinos. Y ganó el miedo. El miedo de caer allí abajo.
Pasaron los años y el modelo dio sus frutos. Nosotros, los de 35 - 40 años, crecimos con el miedo en los ojos de nuestros viejos. El miedo nos educó. “Tenés trabajo, qué suerte”… “Y sí pagan poco, pero al menos tengo laburo”… “No puedo quejarme, a ver si me echan”… El trabajo se convirtió en un tesoro. Un tesoro que había que sostener  a cualquier precio. Y aceptamos todas las formas de la humillación. Los salarios se convirtieron en limosna: una dádiva para sobrevivir. El miedo nos susurraba al oído mientras los dueños de siempre se llenaban de dinero.
Y mientras tanto, el bombardeo desde los medios masivos, la publicidad y el marketing, se intensificó. La idea del éxito material rápido y fácil se impuso sin resistencia. Un hombre no podía ser exitoso sin dinero. Para ser había que tener. ¿Y cómo tener, entonces? ¿Laburando? El delito – a toda escala – se convirtió en la puerta al éxito. Robar era tener. Robar era ser. Un desocupado era – y es aún - un no ser.
La gente con algo le empezó a tener miedo a la gente sin nada. La gente sin nada empezó a querer algo de los que tenían algo. Y como no lo podía tener laburando, lo fue a buscar robando. “¿Dónde está el gobierno que no nos cuida?” “No hacen nada para frenar a los chorros”. La clase media reaccionó y le empezó a pedir protección al Estado. El mismo Estado que años atrás había promovido la desprotección. Fue la fundación oficial de la “inseguridad”.
La inseguridad no trajo el miedo. Fue al revés: el miedo generó la inseguridad. Ese miedo que crearon para hacernos más manipulables, más individualistas, más desconfiados, más discriminadores, más dóciles, más previsibles, más ignorantes.
Padres e hijos, nietos y abuelos, amigas y amigos, vecinas y vecinos, la diva y el conductor; todos somos criaturas de los inventores del miedo.
La solución a “la mayor preocupación de los argentinos”, tal vez, comience por reconocer cómo se generaron las condiciones para que hoy exista eso que llamamos “inseguridad”. A partir de ese reconocimiento podría iniciarse la construcción de una nueva sociedad donde el trabajo, la lucha y la solidaridad sean sinónimos de progreso. Una tarea que no es de la policía ni de un gobierno. Es de todos.

                                                                       Gabriel Prósperi. Periodista.

                                                                       13 de marzo de 2011.

LOS FABRICANTES DE DICTADORES


            El monumento es impresionante: una mano gigante, dorada como el desierto, cazando en vuelo un bombardero yanki. Lo hizo construir en su palacio Muhamad Al Khadafi después del ataque aéreo a Trípoli ordenado por Ronald Reagan y Margaret Thatcher en 1986. Ese mismo monumento aparece hoy pisoteado por un barbado rebelde, con una bandera libia en una mano y un grito silencioso de pretendida libertad saliendo de su boca. Es la foto de la caída del dictador.
            Libia es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Entre los doce estados miembros, es el noveno en el ranking de barriles extraídos. El 79% de su producción se exporta a Europa *. Libia produce poco más de un millón y medio de barriles por día. Varias petroleras europeas y norteamericanas extraen el crudo directo de los pozos controlados por el estado libio. Hasta ahora, debían negociar sus contratos con Khadafi. Pero hoy Europa y Estados Unidos están acorralados por la crisis financiera. Están secos de efectivo y de petróleo. Los cánones de extracción y exportación pactados con el dictador se hacen cada vez más pesados. ¿Cómo alivianarlos? Presiones de la ONU, acusaciones de terrorismo internacional, bloqueos económicos y en última instancia, movilización de portaaviones, bombas de la OTAN y rebeliones populares con armamento de misteriosa procedencia. El dictador tomó el poder hace 42 años. Pero el occidente libre parece haber “divisado” su sanguinaria y belicosa existencia hace poco tiempo. Es hora de ponerle punto final, barajar y exportar de nuevo.
            Horacio Calderón, uno de los analistas internacionales más confiables en materia de conflictos en medio oriente, advirtió que la Libia post Khadafi repetirá experiencias ya vividas en Afganistán e Irak: un país con un gobierno títere y con una presencia inquietante en las calles: la guerrilla contrarrevolucionaria, luchando para restaurar el viejo orden. El caudal de violencia y el número de víctimas serán dantescos. Pero ese costo puede pagarse, inclusive, a largo plazo. El costo que no se puede pagar más es el de los contratos de extracción de crudo.
            La mano gigante de Khadafi; las estatuas colosales de Saddam; las mansiones faraónicas de Noriega; los retratos monárquicos de Trujillo; los casinos monegascos de Batista; todos, a su tiempo, fueron pisoteados por la furia de la rebelión popular. Una furia derrocadora auspiciada y motorizada por los mismos que en su momento instauraron esas tiranías. Los fabricantes de dictadores, esos que tienen su casa central en Washington, ponen y sacan sus productos de acuerdo a una ley que conocen muy bien: la ley del mercado.

*Informe mensual de la OPEP, febrero de 2011.

                                                                       Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                       25 de agosto de 2011.

EL, ELLA Y 11.593.023


¡Clan! ¡Clan! ¡Clan! Y “que se vayan todos” y “piquete y cacerola, la lucha es una sola” y… y… ¿Y después, qué? El pedido de la clase media, desclasada de a poco durante el menemato y de un saque durante el alianzato, llegó hasta ahí en 2001. Lo que llamamos pueblo salió a la calle en repudio a una situación insoportable, pero no supo o no quiso o no tuvo la capacidad de decidir qué vendría luego. La dulce experiencia de las asambleas populares se derritió rápido. La confusión trajo a Duhalde a la Casa Rosada, como el río puede traer un tronco de donde agarrarse para no morir ahogado. Y en medio de la tempestad apareció Néstor Kirchner. Y empezó a actuar y a sorprendernos a quienes pensamos que era un títere más de estas tristes latitudes expoliadas. Y nos sorprendió porque empezó a desplegar un plan político auténtico, que corría tal vez invisible por las venas de millones de argentinos, pero que ni siquiera en la debacle fluyó natural y orgánicamente del pueblo hacia su gobierno; de abajo hacia arriba. Fue al revés. La Argentina de hoy es, netamente, la realización política de Néstor Kirchner y de su compañera, Cristina Fernández.
            El pueblo unido de las cacerolas del 2001 no pidió por la eliminación de la represión de la protesta social, ni por la nulidad de las leyes del perdón, ni por los juicios a los genocidas, ni por la renegociación de la deuda, ni por la estatización de los fondos de las AFJP, ni por la nacionalización de empresas de servicios privatizadas, ni por la reactivación de la industria, ni por la asignación universal por hijo, ni por la integración sudamericana y latinoamericana, ni por la ley de matrimonio igualitario, ni por la reactivación de paritarias, ni por la readecuación automática de los haberes jubilatorios, ni por varios etcéteras más. Estos eran reclamos dispersos y disgregados; tan disgregados y dispersos como nuestra sociedad. Pero encontraron un soporte programático inédito en este tiempo histórico del kirchnerismo.
            Por décadas, nos acostumbraron a los imposibles. Nos educaron en el NO. Crecimos con la sumisión sellada en la frente. Pero si una lección debemos aprender de esta época K es que todo puede hacerse con voluntad política. Un dictador y un torturador pueden ir presos; dos homosexuales pueden casarse y tener hijos, y tal vez, en un futuro cercano, ya no haya más IVA a los productos básicos o se apruebe la legalización de la eutanasia o el aborto. La clave está en la participación y el compromiso popular. La Argentina está para hacerla, no para mirarla por TV.
            Muchos buscan explicaciones a la abrumadora diferencia de Cristina en las elecciones. Sin dudas, puede haber motivaciones emotivas, estéticas y hasta éticas para tal respuesta colectiva. Pero la raíz del fenómeno es evidentemente política. El proyecto instaurado desde 2003 es un programa de ideas claras que – creo - sustenta un conjunto de decisiones beneficiosas para la mayoría de la gente que habita este país. El kirchnerismo es un camino en construcción permanente. Lo empezó Él, lo continúa Ella y lo avalan 11.593.023 argentinos.

                                               Gabriel Prósperi. Periodista.

                                               25 de octubre de 2011.

PERIODISMO PROSTITUYENTE


“Aumento del 12,5%  a todos los jubilados”. “Lanzan medidas para proteger la industria nacional”. No, no son titulares de Tiempo argentino ni de Pagina/12. Son de Clarín hace exactamente 4 años. Eran los últimos estertores de la relación amorosa entre el kirchnerismo y el Gran diario argentino. La ley de medios iba a terminar de alejarlos, ¿para siempre?... Nunca se sabe. Lo concreto es que hoy son ex cónyuges que no se soportan.
Cuando el gobierno de Néstor Kirchner necesitó ampliar su base de apoyo social recurrió a la seducción del más grande multimedios del país. Necesitaba a Clarín de aliado para construir poder. El pingüino había llegado a la Rosada con un helado 23% y con una renuncia enviada por fax desde La Rioja. El discurso histórico-político K estaba muy lejos aún de escribirse en las calles, en 6-7-8, en Fútbol para todos o en la red de medios y programas ideológicamente compatibles que hoy llenan muchos de los espacios de aire, papel y cyberespacio que frecuentamos. La etapa 2003-2007 del tándem Kirchner-Magnetto debe leerse en esos términos.
Llegó Cristina y con ella, la Ley de medios. Muchos creemos que esta iniciativa representa un salto cualitativo y sincero hacia la democratización de la palabra en el país. La ley se confeccionó cuando el kirchnerismo ya había logrado instalar su relato histórico en la sociedad. La prueba está en que se aprobó en una coyuntura de debilidad política, luego de la derrota de Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Clarín ya era, entonces, un escollo en la consecución de la esperable consolidación de la democracia mediática.
El multimedios no se quedó de brazos cruzados. Con sus intereses económicos amenazados, se convirtió en el principal factor de contrapoder. Marcó la agenda de la oposición e intentó diagramar una estrategia para desplazar al kirchnerismo cuanto antes del poder. La muerte del líder patagónico postergó unos meses el plan, pero no lo abortó. La necesidad primera era aglutinar en una persona ese inestable equipo de dirigentes denominado oposición. El proyecto Macri chocó contra el pragmatismo de Durán Barba. El eterno lanzamiento del Lole se quedó en boxes. Lilita se desinfló y se pinchó a la par de sus teorías apocalípticas. Alfonsín nunca movió el sismógrafo de las encuestas y Duhalde, aún sin convencer a nadie, se convirtió en la última carta. La mano vino cambiada en las primarias y el único recurso que queda, de ahora en más, es el miedo. En eso están.
A fines de los años ’20, el diario Crítica, de Natalio Botana, inició una abierta campaña de desprestigio del segundo gobierno de Yrigoyen que culminó con el golpe de estado de 1930. En la década del ’60, Mariano Grondona, desde la revista Primera plana, logró ridiculizar y finalmente instalar el ambiente que promovió el derrocamiento del austero y digno gobierno de Arturo Illia. En 1976, ni Clarín ni La Nación ni La Razón lamentaron el golpe de estado militar que terminó con el gobierno de Isabel Perón. Estos ejemplos, y muchos más, demuestran que los intereses económicos y políticos movilizan las plumas y los teclados de nosotros, los periodistas, en tanto empleados de una empresa mediática. Esas empresas suelen defender la libertad de expresión como reaseguro del orden democrático. Poco les importa un pepino la democracia cuando su libertad de ganar dinero está en peligro.
La vida de Clarín, desde el 28 de agosto de 1945 a la fecha, hay que entenderla en esas coordenadas. Está dispuesto a ofrecer sus servicios siempre y cuando se le aseguren sus privilegios. De lo contrario, ni una concesión. Una especie de periodismo “prostituyente” que sonríe al mejor postor.

                                                           Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                           2 de julio de 2011

THE CANDELA'S SHOW


            Candela, Candela, Candela, ¿dónde estás? Tu mamá te busca, grita y salta por vos. Tu papá está preso. Ahhhh… Mmmmm… Dudas. ¿Dudas de qué? La policía busca. Los periodistas hablan. Las cámaras están en todos lados. Muestran todo. Y hay famosos. Hasta Darín está. Y la presidenta también. Y Candela, vos Candela, ¿dónde estás? ¿Quién te tiene, a dónde fuiste? Esa sonrisa hermosa de 11 años, ¿también te la habrán robado? Y pasan los días, y los policías buscan y los periodistas hablan y las cámaras muestran cómo los vecinos lloran y tus amigos hacen carteles y tocan el bombo y hacen remeras y dan teléfonos. Todo por vos, Candela; por vos y tu sonrisa de facebook. Y de repente: “allanamiento, 300 policías, una villa de San Martín”. Y todos miramos y esperamos. Miramos y escuchamos. Miramos la tele, porque la tele llega a la par de la policía. La “magia” de la tele. Todo pasa por la tele, todo menos vos, Candela. Y nada. Falsa alarma. Y al otro día, otro operativo, y otro y otro. Hasta que aparece un cuerpo. Y llega un helicóptero con el gobernador. Y llega tu mamá y te ve allí, sin vida. Y el gobernador le toca el hombro a tu mamá mientras ella dice “sí, es mi hija, me la mataron”. Y todo se filma, y lo vemos, Candela, vemos eso. A tu mamá viéndote así, sin que puedas sonreír más. Y después, una llamada que se escucha y llega a los noticieros al mismo tiempo que tu cuerpito, solito, viaja en esa horrible morguera. “Nunca más la vas a ver a volver a ver”. ¿A quién, a vos Candela? Los periodistas dicen que sí, a coro. Que le hablan a tu mamá y que te mataron por culpa de tu papá. De tu papá, ¿sabés? Eso dicen. Y al otro día te entierran, y sobre tu cadáver insultan a tu mamá y una tía se pelea con los que insultan a tu mamá y todos vemos todo. La tele está ahí, Candela. ¿Te gustaba la tele a vos? Claro, ¿a quién no? En la tele siguen hablando de vos, pero cada día un poquito menos. ¿Se medirá la verdad en puntos de rating? ¿Qué verdad? ¿La que te llevas para siempre o la que pueden descubrir, crear, construir, inventar la policía, la justicia y los medios? Perdoná, Candela. Aún sin vos, el show debe continuar.
                                                           Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                           2 de septiembre de 2011

LOS '90 PARA PRINCIPIANTES (LOS ARGENTINOS PERMITIMOS ESTO)


El Peladito con voz de flautín y ojos de historieta sonríe y dice: “tenemos convertibilidad para 50 años”. La clase media lo aplaude. Nunca había viajado a Brasil, a Miami, a París, y ahora sí. Encima la inflación no está más. ¿Tan difícil era? Un genio este Peladito. El dólar y el peso iguales, eso es todo.
El tema es así: no se pueden hacer más pesos que el caudal de dólares que hay dando vueltas en el país. ¿Y qué pasa si se van más dólares que los que entran?... Mmmmm. El Peladito siempre tiene una respuesta tranquilizadora: “Las empresas locales e internacionales garantizan la inversión en un país que crece. Y además, tenemos crédito externo porque el mundo confía en el modelo argentino”. Y todos lo aplauden otra vez.
Y entonces siguen sacando dólares del país: algunos viajando, otros gastando a crédito, los menos, llevándoselos a raudales a paraísos fiscales donde la palabra impuesto está prohibida. Una fiesta.
Y hablando de fiesta. Un empresario X charla con un banquero XX en un cóctel en la embajada de Estados Unidos. X le dice a XX. “El tema con la Argentina es que nadie va a invertir acá. ¿Quién va a venir cuando los insumos importados hay que pagarlos en dólares? ¿De dónde vamos a sacar materias primas si las pocas que hay aquí las quieren vender afuera para ganar en dólares? ¿Qué maquinaria vamos a traer si hay que pagarla también en dólares?” Y XX le contesta a X: “Tenés razón. La única variable de ajuste que le queda al modelo es la mano de obra. Trabajadores a la china. Salarios bajos y arroz. Chau mercado interno. Chau industria. Hola importaciones. Hola bancos, je, je”. Chin, chin.
Y vuelve a aparecer el Peladito, ahora un poco más preocupado. Dice: “tenemos que elevar los niveles de competitividad para acaparar más inversión externa”. ¿Qué significa eso? “Bueno, hay que bajar los costos de producción para despertar aún más confianza en los mercados internacionales”. Explíquese un poco mejor. “Hay que terminar con la discusión salarial y racionalizar personal”. ¿Echar gente? “Si la empresa es realmente competitiva, no necesitará echar trabajadores; pero sólo si es competitiva, en el marco de un contexto nacional e internacional cada vez más exigente”. Clarito como el agua.
Nada sorprende más que la actitud comprensiva de los sindicatos. Ante el congelamiento de salarios, el cierre de fábricas y el despido masivo de personal, se quedan en el molde. Así se hace. Esa es una dirigencia sindical que se sacrifica por el país. Emociona verlos con sus sacos y sus corbatas, sus coches importados, sus veranos en Punta y sus tapas en Caras, y no ya con camperas y camisas ridículas, marchando por las calles y paralizando el país por pavadas. Al fin maduran, viejo.
Epa, ¿y eso? Son pobres. ¿Pero, estaban allí antes? Sí, en este país siempre hubo pobres. Pero pareciera que cada vez hay más. Lo que pasa es que se cayeron del sistema, ¿viste? No se modernizan. ¿Te molestan? Hay topadoras, cercos, muros… Y balas y palos, si hicieran falta. ¿Más tranquilo? Sí, ta’ bien poné Tinelli, dale…
El presidente es un tipo raro. Es medio feo pero las mujeres dicen que mueren por él. Se llama Carlos, como el emperador: “Carlos Primero”. Tiene una Ferrari y un amigo que se llama Bernardo. Es musulmán pero va a todos los Tedéum de la Catedral de Buenos Aires. Y al arzobispo le gusta hablar de él, del Peladito y de la paz social… ¡Ah! Porque hay paz.  Ahora sí que no hay vencedores ni vencidos. Indulto, perdón, lo pasado, pisado… Bueno, siempre se quejan esas mujeres de pañuelo blanco, pero ya nadie les da bolilla. Ni figuran en los medios serios. Sólo en un diario de zurdos, fundado por un gordito canchero, charlatán y fumador.
Es linda esta época porque aprendemos a convivir con palabras nuevas: delivery, transgresión, celular, compacdisc, internet, drugstore, yenga, crazy, pumparaarriba, indigencia… ¿Indi-qué? ¿Indígena? Algo así.
El otro día escuché a alguien decir que si esto sigue así, todo puede estallar. Y no en 50 años. Muy pronto. Y mal. Pero el Peladito se ríe de él. Y Carlos Primero, también. Y Bernardo. Y Mariano. Y Marcelo. Y Susana. Y Mirtha. Y Gerardo. Y el arzobispo. Y “X”. Y “XX”. Entonces, yo también me río. ¿Y vos?

                                                                       Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                       3 de marzo de 2011

BANDERAS Y GLOBOS


Banderas rojas, banderas negras, banderas blancas, banderas al viento. Banderas de protesta y de victoria. Banderas del pueblo. Banderas que se defienden y banderas que se atacan. Banderas por las que se llora y hasta por las que se muere. Banderas nuestras y globos ajenos. Globos amarillos, primero; globos amarillos, verdes, azules y rojos, ahora. Globos de fiesta. Globos de gente que sabe de fiesta, siempre de fiesta. Fiesta de pocos. De pocos globos.

Gabriel Prósperi. Periodista.
16 de julio de 2011

EL MONSTRUO


Macri llama a una conferencia de prensa sorpresa. Los periodistas van. Macri se sienta con su séquito. “Buenas tardes, gracias por venir”. Cómo no van a ir, Mauricio. Vas a decir algo importante. “Convoco a todos los sectores de la oposición a debatir y a consensuar políticas de estado”. Cri, cri, cri. Un periodista levanta la mano. “Macri, ¿esto quiere decir que puede haber un acuerdo electoral entre toda la oposición de cara a octubre?” (Qué me dijo Durán Barba, qué me dijo, qué me dijo, qué me dijo… Ah, sí…) “Vamos a ver”. Brillante.
El autodenominado piloto de tormentas siempre enarboló las banderas de las políticas a largo plazo. El estadista, acá, es él. Pero no está celoso de Macri. Al contrario. Mientras juega a las internas con el Alberto, sueña con una alianza con Mauricio. Claro, el problema de Duhalde es que nadie quiere salir en la foto con él. ¿Piantavotos? Naaahhh…
Cobos se frena ante muchos micrófonos. “Nunca dije que fuera a ser candidato”. Esa misma noche sueña con aquel otro solitario micrófono sostenido por sus temblorosas y transpiradas manos. “Mi voto es no positivo”. La gloria total, tan lejana, ¿cómo fue que se escurrió? La soledad es tan cruel como la fama, pero nunca tan obscena como la traición. “Me parece bien la convocatoria a acuerdos, como plantea Macri”, dice el vicepresidente que no fue. Cuidado Mauri…
La foto es espectacular. Ricardo Alfonsín estirándose en su silla frente a una mesa de vidrio que hace aparecer su cuerpo como partido en dos, al estilo de un rey en la baraja de póker. El título de la entrevista es: “Necesitamos ampliar las alianzas; se necesitan votos peronistas”. Ricardito, partido al medio; mitad radical, mitad peronista. Excelente. ¿Cuál es el de arriba y cuál el de abajo?
“Yo no voy abajo de nadie”, piensa Don Francisco mientras camina los pasillos de una feria en Lomas de Zamora. Con un arsenal de sonrisas, enfrenta la única cámara que lo sigue. El periodista, inquisidor e incisivo, le pregunta: ¿es posible gobernar mejor la provincia? “Sí, sin dudas”. Contundente.
¿Y Sanz?... “¿Quién?”. ¡Ernesto Sanz!... “Ahhh, sí. Mi prima se compró el 
último disco. Dice que es bastante bueno…”.
Todos ellos le quieren ganar a Cristina. Apuestan a un Frankenstein suturado por la ambición y el espanto. Un monstruo que se planifica y se construye en un extraño laboratorio conocido como Clarín.

                                                             Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                             13 de abril de 2011.

EL ASCO


Un portero que riega un cantero aúlla: “los votos son sagrados”. Un periodista que se levantó muy temprano para leer todos los diarios opina: “los votos no se discuten”. Un encuestador que le erró por 10 puntos se consuela: “los votos son incuestionables”. Me pregunto ¿serán así de intocables los votos realmente?
Los vecinos de Pueyrredón y Santa Fe seguramente se horrorizan porque alguien ose criticar el veredicto de las urnas en favor de Mauricio. Pero no recuerdo que hayan defendido el veredicto de las urnas a mediados de 2008, cuando batieron cacerolas para intentar sacar de los pelos a un gobierno elegido por “el voto sagrado” menos de un año antes. Las vaquitas ajenas y las propias sólo fueron la triste excusa.
El voto universal tiene calidad de intocable cuando favorece los intereses de la clase dominante. Cualquier comentario en su contra tendrá el calificativo, como mínimo, de antidemocrático. Paradoja de la historia: la democracia sirve hoy de argumento a muchos de los que hace décadas golpeaban las puertas de los cuarteles sin ningún pudor.
“Todos tenemos derecho a votar a quien queramos. Así nos expresamos libremente. Vivimos en democracia, ¿no?”, dice la señora mientras mira vidrieras y se escandaliza con los aumentos en los tapados. ¿Qué visión de la democracia tendría esa misma señora si el ganador de la elección hubiese sido Hugo Moyano, Luis D’Elía o algún otro enemigo del establishment, como los “irreverentes” jóvenes de La Cámpora? ¿Y qué hubiese pensado la señora de la palabra asco si en lugar de Fito Páez la hubiese nombrado Marcos Aguinis, Mariano Grondona o algún otro intelectual del orbe de La Nación y alrededores?
Hace años, escrita en la pared de un baño, leí la siguiente frase: “Tu voto es sumisión. Su misión es tu voto”. Con este asunto de la intocabilidad del voto, ¿no será que lo que realmente quieren es encerrarnos en la trampa de que nuestra única y permisible participación en la democracia es a través del voto? ¿No estarán intentando bloquearnos el acceso a otras formas de expresión libres y legítimas, que lesionan aquellos intereses que tan bien representa Mauricio? ¿Valen más mil votos que mil marchas, mil graffitis, mil piquetes o mil notas de opinión?
El desafío de todos no es defender el resultado de una elección. El desafío es darle seriedad y contenido a lo que llamamos democracia. Que valgan todos los votos; que valgan todas las voces; que valgan todos los reclamos por igual y en el mismo plano de legitimidad. De esa manera ya nadie podrá decir que siente asco por la sociedad en la que vive.

                                             Gabriel Prósperi. Periodista.
                                             13 de julio de 2011

EL SUEÑO DE HUGO


            Sueña que viaja en camión a la Rosada. Que lo esperan a él para ponerle la banda. Que llega y corre por los pasillos vacíos. Que entra al salón blanco y lo sacuden los gritos y los aplausos. Que es el hombre del pueblo. El presidente.
            Hugo Moyano comenzó su trabajo para cumplir ese sueño. Y su primer movimiento fue difícil pero estratégicamente correcto: romper lanzas con el gobierno de Cristina. Ese alejamiento tuvo dos argumentos. Por un lado, la certeza de que dentro del kirchnerismo su proyecto político no tiene futuro. Y por otro, la imperiosa necesidad de consolidarse como el líder indiscutible de la CGT. La pelea con el gobierno le asegura el aval táctico de otras vertientes sindicales otrora enemigas, como las de los “gordos”, la del “Momo” Venegas y la de Luis Barrionuevo.
            Este último jueves Moyano apareció sentado en un estudio de TN. Su irrupción en el programa de Nelson Castro fue la concreción de un esperable pacto anti – K: tanto a Clarín como a Moyano les conviene estar cerca para minar el poder de Cristina. De todos modos, el jefe camionero sabe que la relación es transitoria. No olvida la campaña implacable que Clarín desató en su contra para, elípticamente, agredir al gobierno. Además, tiene claro que el Grupo nunca apostará por él pensando en el 2015. Magnetto ya eligió: su candidato es Macri.
            Moyano le apunta directamente a Cristina. ¿Por qué? Porque la batalla que viene es por la representatividad política del movimiento obrero, y más globalmente, de los sectores populares. El jefe camionero sabe que la única chance que tiene de convertirse en el Lula argentino es aunando en su persona los anhelos de los postergados de la Argentina del siglo XXI. Al mismo tiempo, debe operar para que a Cristina se le vaya achicando el famoso 54%. Su objetivo es que a la presidenta sólo le queden como fieles seguidores los vituperados jóvenes de La Cámpora. Es decir, que la base de sustentación del kirchnerismo se reduzca sólo a esos jóvenes. De esa manera, el kirchnerismo ya no sería la vía legítima hacia la pretendida justicia social. Ese rol le cabría naturalmente a Moyano. En definitiva, el titular de la CGT cree tener la certeza de que, cuando las “papas quemen” en la calle, “sus muchachos peronistas” primarán por sobre los “muchachitos setentistas” de ella.
            Moyano mostró las uñas, pero no los dientes. La próxima jugada será el paro general. Con ese movimiento intentará descolocar a Cristina con la primera huelga masiva de la era K. Pero también buscará realizar una imprescindible evaluación coyuntural: saber quiénes son los que ahora están con él y quienes no. Esa medición de fuerzas le servirá para determinar en qué lugar de su camino está parado; cuán cerca o cuán lejos está de su sueño: el sueño de Hugo.

                                                           Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                           17 de marzo de 2012

HUGO CAMIONERO, MOYANO CONDUCTOR


           Nunca sentí que las cartas estuvieran tan sobre la mesa. Quizá pueda pecar de inocente, pero lo pienso y lo pienso y me parece todo muy claro. Tan claro como lo expresó el abogado de Moyano, el ex juez Llermanos: “Lo que la gente percibe es que se quiere dañar a su líder”. Epa, frene ahí: ¿Moyano es un líder o un representante de las aspiraciones obreras? Aquí me parece que está la gran lección que deberíamos aprender de este embrollo de exhortos, paros y suspensiones.
            Un representante obrero, un sindicalista, discute, grita, pelea por el reclamo de sus representados. Y si es secretario general de la CGT, más aún. O sea, personifica el descontento, la bronca o la alegría de todos y cada uno de los trabajadores enrolados directa o indirectamente en esa central.
            Un líder decide, dirige y encolumna detrás de sí a un colectivo determinado. En el diccionario peronista se lo llama “conductor”. Perón era el primer trabajador, pero también y sobre todo era EL conductor. La voluntad del conductor es irrebatible.
            Hugo camionero, el representante legítimo y elegido por sus pares para representar sus intereses obreros, dio paso a Moyano conductor, el hombre fuerte con un plan político personal que en nombre de un interés general impone su voluntad a un enorme conjunto de trabajadores.
            Si Moyano es efectivamente un líder, un conductor, ¿hacia dónde dirige a los que dirige? “Los trabajadores queremos llegar al poder”. En la verborrágica oratoria de Lenin o en la ácida pluma de Rosa Luxemburgo, esta frase hubiera sonado a redundancia. Pero en el ronco tronar del jefe sindical camionero sonó a advertencia.            Socarronamente muchos; peyorativamente otros; temerosamente algunos, se preguntan si Hugo Moyano puede convertirse en el “Lula” argentino. “¡¿Quién va a votar a Moyano, por favor…?!” Hoy, puede que tengan razón. Pero Lula se presentó tres veces hasta que en la cuarta, ganó.
            El peronismo fue y es una usina interminable de dirigentes. Sin embargo, de todos aquellos que ocuparon las más altas magistraturas, no hubo ninguno que tuviera su origen en el sindicalismo. El textil Andrés Framini fue elegido gobernador bonaerense en 1962, pero no llegó a asumir el cargo. El “Lobo” Vandor, Herminio Iglesias y hasta el propio Ubaldini soñaron alguna vez con un proyecto político propio. Pero de una u otra manera, sus planes se vieron frustrados. Moyano parece decidido a retomar esos sueños de poder. ¿Estará él como cabeza visible del proyecto o buscará otra cara para los afiches? Por ahora, sigue apoyando la gestión K, pero como “aliado” no como “soldado” de un general (o generala).
            En estos turbios días, el jefe de la CGT mostró su verdadero peso específico. Les enrostró a todos, desde la presidenta de la nación hasta los popes del empresariado periodístico, que con él se negocia cara a cara. Que es uno más en la mesa grande de las decisiones y en la mesa chica de los poderosos. Que está preparado para cualquier batalla. Y que él, y sólo él, decide con quién pelea codo a codo o con quién se enfrenta sin tregua.
            Hugo Moyano puede ser el primero, pero también el último. El primero en dar el gran salto de sindicalista a líder político, reivindicado y elegido por las masas. O el último de una enquistada escuela de jefes gremiales, más preocupados en la construcción de un poder autónomo y mesiánico que en la organización cabal de  una verdadera y democrática representación obrera.
            Si la segunda opción es la que pretendemos para nuestro futuro, no podemos esperar que la batalla, las más decisiva de todas, la libre un gobierno. Esa batalla tiene que empezar en la conciencia de una nueva y revitalizada clase obrera y culminar en cada fábrica, en cada oficina, en cada comercio, en cada casa, en cada sindicato. Sólo así cada uno de nosotros, trabajadores, seremos autores de nuestro destino y protagonistas de la historia. Una historia con Hugos camioneros pero ya sin Moyanos conductores.

                                                                                  Gabriel Prósperi. Periodista.
                                                                                  20 de marzo de 2011

APRENDIENDO CON MOYANO


Moyano y sus muchachos nos dieron una clase de cómo funciona una verdadera corporación. Cuando los intereses y los negocios de los "compañeros", de todos los "compañeros", están en peligro, se deben mostrar los dientes. Y ayer lo hicieron. Les avisaron a propios y extraños que todo tiene un límite. El "Momo" está en la vereda política de enfrente, pero vive en la misma casa. Con las obras sociales no se jode. Ese terreno no se ocupa. Nunca.
            Imaginemos el siguiente escenario: el gobierno intenta avanzar abiertamente sobre la burocracia sindical. Pero los muchachos no están dispuestos a ceder su poder. Hoy Moyano es la garantía del proyecto cristinista en la calle. Pero no lo será si la presidenta da la orden de atacar. Moyano se replegará en su casa y convocará a "los suyos". Los amigos se convertirán en enemigos y los enemigos, en amigos. La burocracia sindical amenazará y responderá. El empresariado también elegirá: unirse a la CGT será sostener el statu quo. Mejor malo conocido que bueno por conocer. Entre bueyes no hay cornadas. ¿Dónde estará la fuerza de choque del proyecto nacional y popular? ¿Estará en los jóvenes de clase media ilustrada que se suman a la cosmovisión K? ¿Estará en los trabajadores no alineados con la burocracia sindical? ¿Estará en los intelectuales y la prensa aliados al gobierno?
            La batalla puede ser inminente. Si se libra, estará en las calles y la violencia será inevitable. El gran interrogante es saber hasta qué punto será sostenible y qué precio estarán dispuestos a pagar los que quieren sostener el proyecto.
            Muchos comparan este período kirchnerista con el peronismo del '45. Perón entregó el poder y se fue cuando vio que su perpetuidad en la Casa Rosada iba a requerir el derramamiento de mucha, mucha sangre. Tal vez Cristina pueda quedar ante la misma disyuntiva. Qué hará ella y qué hará el pueblo que la apoya será tal vez el dilema que envuelva a los argentinos en una nueva encrucijada histórica.

                                                                       Gabriel Prósperi.
12 de febrero de 2011