Gomas quemadas. Barricadas de madera, cartón y nylon. Hombres, mujeres y muchos, muchos chicos sobre el pavimento, frente a frente con una decena de camiones parados a la fuerza. La Villa 31 parece hervir. ¿Casas? ¿Trabajo? ¿Seguridad? No, piden micros escolares para sus pibes. La protesta tarda sólo unos minutos en salir en vivo por los canales de TV.
A la par de las primeras imágenes, llega a las redacciones un mail con un comunicado del ministerio de seguridad de la nación. En seis líneas, se explica la protesta y se le echa la culpa a la falta de respuesta del gobierno porteño. Un minuto después (sí, 60 segundos, admirable esfuerzo de producción) el canal C5N tiene en el aire una comunicación telefónica con el ministro del interior, Florencio Randazzo. ¿Qué dice el ministro? Que el gobierno de Macri “no se hace cargo de sus responsabilidades”.
Unas horas antes, bien tempranito, Clarín y La Nación cargaban más tintas sobre el “round subtes” entre Cristina y Macri. El título no era que De Vido había intimado al ingeniero mediante una carta. No. Eligieron poner una primicia: “Macri presentó un amparo por los subtes”. Era más importante la defensa de Macri que el avance del gobierno nacional… ¿Era más importante?
En este descarado uso de la información, existe una sutil aunque notable diferencia entre el kirchnerismo y el macrismo. El primero, crea, paga, coopta, acorrala a determinados comunicadores para distribuir su mensaje. Los anti K lo llaman “relato”. El macrismo, en cambio, es sólo una expresión superficial y electoralista de intereses corporativos que se ven amenazados por la política del gobierno. Aquí están Clarín y La Nación pero también, otros conglomerados de poder rural, industrial o financiero que eligieron a Macri como “su” candidato. El kirchnerismo ataca a Macri, y al mismo tiempo, torpedea a los grupos de poder que ubicó como enemigos de esta pretendida transformación socioeconómica puesta en marcha desde 2003. Por su parte, Macri y sus muchachos necesariamente tienen que agredir al kirchnerismo porque cada agravio quedará legitimado política y periodísticamente a través de la más formidable caja de resonancia pública: la tapa de Clarín. El macrismo aparece así como una configuración política que representa las ansias de retomar el poder por parte de actores sociales amenazados pero para nada debilitados en su capacidad de penetración ideológica en la clase media.
Las empresas mediáticas son organizaciones para-partidarias que funcionan como manipuladores orgánicos de la opinión pública. Lo son hoy y lo fueron siempre. La particularidad de este momento histórico es que esa esencia sale a la luz más claramente que nunca. Una declaración rimbombante sirve para atacar a tal funcionario. Una aparente investigación periodística es en realidad una operación para “cargarse” a tal otro. El ejercicio del lector-oyente-televidente ante cada información no es determinar qué se dice sino para qué se dice. ¿Dónde quedó, entonces, la búsqueda de la “verdad” como objetivo ulterior del periodismo? Cualquier intento de respuesta podría caer en el ridículo.
Gabriel Prósperi. Periodista.
8 de marzo de 2012.
domingo, 6 de mayo de 2012
MAS KELPERS QUE LOS KELPERS
Imaginemos que los famosos kelpers quieren ser ciudadanos norteamericanos. O neocelandeses. O peruanos. Los británicos y los argentinos que avalan ese noble derecho a la autodeterminación, ¿aceptarían gustosos el deseo de esos maduros isleños? Aquellos que escriben y pregonan a favor de la independencia política de los kelpers no persiguen ninguna premisa ideológica. Sólo buscan minar las chances de un avance diplomático del país hacia la factibilidad de una auténtica soberanía.
Ciertos medios masivos y algunos pensadores temen que un revés para Gran Bretaña y un eventual aunque incipiente adelanto diplomático argentino representen un triunfo político, hacia el interior y el exterior del país, del gobierno nacional. El mentado respeto por la opinión "independiente" de los kelpers sólo pretende mantener el status quo actual. Para ellos, es preferible postergar la discusión con los ingleses antes que iniciarla ahora, durante el gobierno K. Tienen miedo de que esa instancia se convierta en un "Cristina for ever". Vaya paradoja: siguen pensando con la misma matriz de la dictadura: creen que un triunfo en Malvinas es sinónimo de perpetuación en el poder. Y lo que es peor, pero evidente: siguen desconfiando de la autodeterminación y elección política del pueblo argentino, que es tanto o más importante que lo que opine cualquier malvinense... perdón, kelper.
Gabriel Prósperi. Periodista.
2 de abril de 2012
jueves, 3 de mayo de 2012
LA THATCHER ESTARIA ORGULLOSA
Viernes. 18:40. Llego del laburo,
cansado. La casa vacía. Largo lo más prolijamente posible la mochila. A tientas
casi, porque no me da ni para abrir la ventana, prendo el equipo de música. Un
poco de Kid-A de Radiohead (quienes lo escucharon saben que es para evadirse un
rato por ahí, volando en lo alto o sumergiéndose en vaya a saber qué océano
gelatinoso). Ducha tibia. Patas al aire. Y ahí está la compu, a mano, mirándome
sin mirar. No sé que demonio me susurra en la oreja para que la prenda.
Instintivamente voy a los portales de noticias. Tema, YPF. Leo: España advierte
a la Argentina diplomáticamente. ¡Convocatoria al embajador! ¡Declaraciones de
funcionarios de alto rango!: "¡Defender a Repsol es defender a España!".
Pocas veces sucede algo tan previsible. Y tan rápido. Rajoy, ajustando a su
pueblo. La crisis en las calles y en la mesa de los españoles. Desocupación
galopante. Desacreditación externa. Represión. ¿Cómo atemperar los ánimos? Hay
que buscar un enemigo externo. Urgente. Es la enseñanza histórica de los
"grandes líderes del mundo". Para Thatcher, Malvinas. Para Bush,
Irak. Rajoy, burgués asustado, resulta un muy bien "10" felicitado. Y
allí va, en pos de convertir al país de esos populistas sudacas en el enemigo
deseado. El anillo al dedo para hacer ruido y salir del paso. Y los medios,
adictos a esta fantochada, se hacen eco, no sólo allá, sino acá. Como ocurrió
con la negociación diplomática con Gran Bretaña por Malvinas, los mass media
nacionales opositores ensalzan la amenaza ibérica y le echan la culpa de la
pelea con "la madre patria" al gobierno argentino por su intención
aún no manifiesta de expropiar (es decir, comprar, pagar, no robar) la mitad de
YPF. Temen que la reestatización parcial de la petrolera signifique un pequeño
triunfo para Cristina. No le quieren dar ni un centímetro y por eso, prefieren
elogiar la escalada chauvinista y desubicada de un estado europeo que no sabe a
donde va.
Bueno, terminó el texto y terminó
el disco. A ver que pongo, ahora... Raphael... David Bisbal... Camilo Sesto...
Gabriel
Prósperi. Periodista.
13 de abril
de 2012
CUIQUI
Un huracán = miedo.
Gripe A, gripe aviar, ántrax, SIDA, etc… = miedo.
Árabes = miedo.
Negros = miedo.
Latinos = miedo.
Indios = miedo.
Comunistas = miedo.
Extraterrestres = miedo.
Lennon = miedo.
Mohamed Alí = miedo.
Fidel = miedo.
Saddam = miedo.
Khaddafi = miedo.
Ahmadinejad = miedo.
Chávez = miedo.
Y entonces…
Miedo = invasión.
Miedo = guerra.
Miedo = explotación.
Miedo = armas.
Miedo = matanzas.
Miedo = murallas, alambrados electrificados, cacerías
humanas.
Miedo = dominación.
Miedo = colonización.
Miedo = imperialismo.
Miedo = E.E.U.U.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
10 de
septiembre de 2011.
LOS MEDIOS Y LOS MIEDOS
La estigmatización clasista de los medios masivos. Lección
2. "Ultimo momento", grita una productora. "Un hombre mató a su
esposa y escapó. Dejó una carta que habla de traición". "¿Dónde
fue?", pregunta un jefe. "En villa Itatí, en Quilmes".
"Mmmmm. Después vemos". "Ultimo momento", grita otro
productor. "Un hombre mató a su esposa y escapó. Dejó una carta que habla
de traición". "¿Dónde fue"", pregunta el mismo jefe.
"En San Isidro". "Mandá cámara, cronista y móvil, ¡ya!"....
El policial negro, si tiene cabello rubio y ojos celestes, mejor.
Gabriel Prósperi. Periodista.
21
de julio de 2011
LOS MEDIOS Y LOS MIEDOS
La estigmatización clasista de los medios masivos. Lección
1. Cuando hay un piquete de desocupados en la 9 de julio, el título es:
"Caos de tránsito". Cuando hay un piquete de vecinos en Santa Fe y
Pueyrredón es: "Cacerolazo contra el gobierno", o en su defecto,
"Cacerolazo por la inseguridad". Cuando hay un corte de ruta
protagonizado por productores medianos y estancieros es: "Protesta del
campo". El caos siempre tiene una sola cara.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
21
de julio de 2011
martes, 1 de mayo de 2012
BOMBAS
Dice el diario de hoy: "Más
de 70 manifestantes murieron en brutal represión del gobierno en Siria".
El vocero de la Casa Blanca, preocupado, expresó: "deploramos el uso de la
violencia".
Dice el mismo diario de hoy:
"Unas 21 personas murieron en zonas rurales de Pakistán por el bombardeo
de un avión norteamericano". No hubo declaración de la Casa Blanca.
Dijo el Che Guevara en Punta del
Este, en 1961: "al imperialismo no se le puede creer ni tantito así".
Dijo un sueco, en 2009: "el
premio nobel de la paz es para el presidente de Estados Unidos, Barack
Obama".
Gabriel
Prósperi. Periodista.
23 de abril
de 2011
SUBTES 2015
“Mauricio, no hay que aflojar.
¡¿Querés ser presidente o no!?. Salí y hablá. Salí y pegá” Y Mauricio asiente,
deja el sanguchito y toma un sorbo de coca light. Tiene que hacer lo que menos
le gusta: hablar. Hablar para lanzarse hacia la anhelada candidatura como por
un túnel. Mejor dicho: como por un subte.
Cristina
acababa de aflojar. Le proponía un traspaso más benévolo, casi conciliador.
Mauricio dudó. Tenía ganas de negociar. Pero sus hombres lo sacudieron de los
hombros y le sugirieron: “ni se te ocurra”.
La
“intelligentzia” de Mauricio cree que están dadas las condiciones para atacar.
Es evidente que la caja nacional se achica y que los famosos subsidios son
imposibles de sostener. En función de la sintonía fina, el gobierno nacional se
adelantó y decidió sacarse de encima los subtes. En ese momento, Macri creyó
que era la oportunidad de demostrarle al país sus habilidades como
administrador. Pero se dio la cabeza contra la pared. Cuando los números no le
cerraron aumentó el pase a $ 2,50. La gente puso el grito en el cielo. Los
cerebros del macrismo se dieron cuenta de que otra salida apresurada como esa
haría tambalear el proyecto presidencial. Con esa certeza, convencieron a
Mauricio: había que sacarse los subtes de encima, encontrar una manera elegante
de romper el compromiso y devolvérselos a De Vido. Y así nació la parábola de
la falta de inversiones y la intransferencia de recursos. “Además, Mauricio,
imaginate si te cae una tragedia como la del Once en los subtes a tu cargo… ¡Se
termina todo, papá! ¡La ilusión de que seas presidente duraría menos que un
viaje de Constitución a Retiro! No sé si Cristina se banca otro Once… Si pasa
eso, ¡que lo garpe ella, no nosotros!”. Fin de la discusión.
Y Mauricio
sale a hablar ante las cámaras apenas tres horas después de la oferta de
Cristina. Y no sólo retruca como nunca, ¡también responde preguntas! Eso,
“ella” no lo hace. Un poroto a favor.
La frutilla del postre vendrá al otro día. El título de
Clarín dirá: Cristina presiona, Mauricio rechaza. Es decir, Cristina es
autoritaria. Mauricio, tiene autoridad. El perfil del candidato se va
formateando con letras de molde.
La
justicia, probablemente, obligue al ingeniero a tomar los subtes y las 33
líneas de colectivos a su cargo. Pero ya será una cuestión de fuerza mayor. Los
argumentos para un nuevo tarifazo serán más sencillos de explicar y el costo
político de tan infausta medida será mucho más barato. Además, si ocurriera
algún accidente, siempre estará a mano la excusa de que antes no hicieron lo
que tenían que hacer. Lo importante para el proyecto anti K “Mauricio 2015” es
que el jefe de gobierno salga fortalecido de esta batalla con Cristina. El
diálogo que pregona y reclama Macri sólo queda en las entrecortadas palabras de
sus discursos. En los hechos, el plan es confrontar sin concesiones con el
gobierno. Mauricio, su team y los grupos corporativos que lo sostienen como su
candidato apuestan a que el tema subtes sea la primera estación en el
traqueteado viaje a la Rosada.
Gabriel Prósperi. Periodista.
31 de marzo de 2012
LOS INVENTORES DEL MIEDO
“La inseguridad es el problema
que más preocupa a los argentinos”, dice el conductor del noticiero. “Nos están
matando a todos como perros”, repite la vecina indignada. “El que mata, tiene
que morir”, grita la diva y recibe aplausos. Y sube el rating. Y el miedo
avanza, al galope. El miedo entra en casa por la tele, por la radio, por
internet. Un miedo que se siente hoy pero se pensó hace mucho. Porque el miedo
es una construcción histórica.
En la Argentina de mitad del
siglo XX había una situación de semipleno empleo. Perder el trabajo no era el
fin. Luchar por un salario mejor era ley. Organizarse era una virtud. La
solidaridad, una bandera política. Subrayo: política. La dictadura no destrozó
la escasa industria nacional en el marco sólo de un proyecto económico. Lo hizo
para desarticular un orden social y crear otro nuevo. Acabar con las fábricas
era acabar con la organización obrera. Acabar con la organización obrera era
acabar con la solidaridad. Acabar con la solidaridad era acabar con la idea de
progreso colectivo. Acabar con la idea de progreso colectivo era acabar con la
idea del trabajo como único motor del progreso individual. De pronto, miles de
personas empezaron a quedar en la calle. Otros, los mejores, simplemente desaparecieron.
Cada vez hubo menos bocas de empleo y más bocas que alimentar. Sálvese quien
pueda. La calle fue un destino cierto, el peor de los destinos. Y ganó el
miedo. El miedo de caer allí abajo.
Pasaron los años y el modelo dio
sus frutos. Nosotros, los de 35 - 40 años, crecimos con el miedo en los ojos de
nuestros viejos. El miedo nos educó. “Tenés trabajo, qué suerte”… “Y sí pagan
poco, pero al menos tengo laburo”… “No puedo quejarme, a ver si me echan”… El
trabajo se convirtió en un tesoro. Un tesoro que había que sostener a
cualquier precio. Y aceptamos todas las formas de la humillación. Los salarios
se convirtieron en limosna: una dádiva para sobrevivir. El miedo nos susurraba
al oído mientras los dueños de siempre se llenaban de dinero.
Y mientras tanto, el bombardeo
desde los medios masivos, la publicidad y el marketing, se intensificó. La idea
del éxito material rápido y fácil se impuso sin resistencia. Un hombre no podía
ser exitoso sin dinero. Para ser había que tener. ¿Y cómo tener, entonces?
¿Laburando? El delito – a toda escala – se convirtió en la puerta al éxito.
Robar era tener. Robar era ser. Un desocupado era – y es aún - un no ser.
La gente con algo le empezó a tener miedo a la gente sin
nada. La gente sin nada empezó a querer algo de los que tenían algo. Y como no
lo podía tener laburando, lo fue a buscar robando. “¿Dónde está el gobierno que
no nos cuida?” “No hacen nada para frenar a los chorros”. La clase media
reaccionó y le empezó a pedir protección al Estado. El mismo Estado que años
atrás había promovido la desprotección. Fue la fundación oficial de la
“inseguridad”.
La inseguridad no trajo el miedo.
Fue al revés: el miedo generó la inseguridad. Ese miedo que crearon para
hacernos más manipulables, más individualistas, más desconfiados, más
discriminadores, más dóciles, más previsibles, más ignorantes.
Padres e hijos, nietos y abuelos, amigas y amigos, vecinas y
vecinos, la diva y el conductor; todos somos criaturas de los inventores del
miedo.
La solución a “la mayor preocupación
de los argentinos”, tal vez, comience por reconocer cómo se generaron las
condiciones para que hoy exista eso que llamamos “inseguridad”. A partir de ese
reconocimiento podría iniciarse la construcción de una nueva sociedad donde el
trabajo, la lucha y la solidaridad sean sinónimos de progreso. Una tarea que no
es de la policía ni de un gobierno. Es de todos.
Gabriel Prósperi. Periodista.
13
de marzo de 2011.
LOS FABRICANTES DE DICTADORES
El monumento es impresionante: una mano gigante, dorada como
el desierto, cazando en vuelo un bombardero yanki. Lo hizo construir en su
palacio Muhamad Al Khadafi después del ataque aéreo a Trípoli ordenado por Ronald
Reagan y Margaret Thatcher en 1986. Ese mismo monumento aparece hoy pisoteado
por un barbado rebelde, con una bandera libia en una mano y un grito silencioso
de pretendida libertad saliendo de su boca. Es la foto de la caída del
dictador.
Libia es miembro
de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Entre los doce
estados miembros, es el noveno en el ranking de barriles extraídos. El 79% de
su producción se exporta a Europa *. Libia produce poco más de un millón y
medio de barriles por día. Varias petroleras europeas y norteamericanas extraen
el crudo directo de los pozos controlados por el estado libio. Hasta ahora,
debían negociar sus contratos con Khadafi. Pero hoy Europa y Estados Unidos están
acorralados por la crisis financiera. Están secos de efectivo y de petróleo.
Los cánones de extracción y exportación pactados con el dictador se hacen cada
vez más pesados. ¿Cómo alivianarlos? Presiones de la ONU, acusaciones de
terrorismo internacional, bloqueos económicos y en última instancia,
movilización de portaaviones, bombas de la OTAN y rebeliones populares con
armamento de misteriosa procedencia. El dictador tomó el poder hace 42 años.
Pero el occidente libre parece haber “divisado” su sanguinaria y belicosa
existencia hace poco tiempo. Es hora de ponerle punto final, barajar y exportar
de nuevo.
Horacio
Calderón, uno de los analistas internacionales más confiables en materia de
conflictos en medio oriente, advirtió que la Libia post Khadafi repetirá experiencias
ya vividas en Afganistán e Irak: un país con un gobierno títere y con una
presencia inquietante en las calles: la guerrilla contrarrevolucionaria,
luchando para restaurar el viejo orden. El caudal de violencia y el número de
víctimas serán dantescos. Pero ese costo puede pagarse, inclusive, a largo
plazo. El costo que no se puede pagar más es el de los contratos de extracción
de crudo.
La mano
gigante de Khadafi; las estatuas colosales de Saddam; las mansiones faraónicas
de Noriega; los retratos monárquicos de Trujillo; los casinos monegascos de
Batista; todos, a su tiempo, fueron pisoteados por la furia de la rebelión
popular. Una furia derrocadora auspiciada y motorizada por los mismos que en su
momento instauraron esas tiranías. Los fabricantes de dictadores, esos que tienen
su casa central en Washington, ponen y sacan sus productos de acuerdo a una ley
que conocen muy bien: la ley del mercado.
*Informe mensual de la OPEP, febrero de 2011.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
25
de agosto de 2011.
EL, ELLA Y 11.593.023
¡Clan! ¡Clan! ¡Clan! Y “que se
vayan todos” y “piquete y cacerola, la lucha es una sola” y… y… ¿Y después, qué?
El pedido de la clase media, desclasada de a poco durante el menemato y de un
saque durante el alianzato, llegó hasta ahí en 2001. Lo que llamamos pueblo
salió a la calle en repudio a una situación insoportable, pero no supo o no
quiso o no tuvo la capacidad de decidir qué vendría luego. La dulce experiencia
de las asambleas populares se derritió rápido. La confusión trajo a Duhalde a
la Casa Rosada, como el río puede traer un tronco de donde agarrarse para no
morir ahogado. Y en medio de la tempestad apareció Néstor Kirchner. Y empezó a
actuar y a sorprendernos a quienes pensamos que era un títere más de estas
tristes latitudes expoliadas. Y nos sorprendió porque empezó a desplegar un plan
político auténtico, que corría tal vez invisible por las venas de millones de
argentinos, pero que ni siquiera en la debacle fluyó natural y orgánicamente del
pueblo hacia su gobierno; de abajo hacia arriba. Fue al revés. La Argentina de
hoy es, netamente, la realización política de Néstor Kirchner y de su
compañera, Cristina Fernández.
El pueblo
unido de las cacerolas del 2001 no pidió por la eliminación de la represión de
la protesta social, ni por la nulidad de las leyes del perdón, ni por los
juicios a los genocidas, ni por la renegociación de la deuda, ni por la
estatización de los fondos de las AFJP, ni por la nacionalización de empresas
de servicios privatizadas, ni por la reactivación de la industria, ni por la
asignación universal por hijo, ni por la integración sudamericana y
latinoamericana, ni por la ley de matrimonio igualitario, ni por la
reactivación de paritarias, ni por la readecuación automática de los haberes
jubilatorios, ni por varios etcéteras más. Estos eran reclamos dispersos y
disgregados; tan disgregados y dispersos como nuestra sociedad. Pero
encontraron un soporte programático inédito en este tiempo histórico del
kirchnerismo.
Por
décadas, nos acostumbraron a los imposibles. Nos educaron en el NO. Crecimos
con la sumisión sellada en la frente. Pero si una lección debemos aprender de
esta época K es que todo puede hacerse con voluntad política. Un dictador y un
torturador pueden ir presos; dos homosexuales pueden casarse y tener hijos, y
tal vez, en un futuro cercano, ya no haya más IVA a los productos básicos o se
apruebe la legalización de la eutanasia o el aborto. La clave está en la
participación y el compromiso popular. La Argentina está para hacerla, no para mirarla
por TV.
Muchos
buscan explicaciones a la abrumadora diferencia de Cristina en las elecciones.
Sin dudas, puede haber motivaciones emotivas, estéticas y hasta éticas para tal
respuesta colectiva. Pero la raíz del fenómeno es evidentemente política. El proyecto
instaurado desde 2003 es un programa de ideas claras que – creo - sustenta un
conjunto de decisiones beneficiosas para la mayoría de la gente que habita este
país. El kirchnerismo es un camino en construcción permanente. Lo empezó Él, lo
continúa Ella y lo avalan 11.593.023 argentinos.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
25
de octubre de 2011.
PERIODISMO PROSTITUYENTE
“Aumento del 12,5% a todos los jubilados”. “Lanzan medidas para
proteger la industria nacional”. No, no son titulares de Tiempo argentino ni de
Pagina/12. Son de Clarín hace exactamente 4 años. Eran los últimos estertores
de la relación amorosa entre el kirchnerismo y el Gran diario argentino. La ley
de medios iba a terminar de alejarlos, ¿para siempre?... Nunca se sabe. Lo
concreto es que hoy son ex cónyuges que no se soportan.
Cuando el gobierno de Néstor
Kirchner necesitó ampliar su base de apoyo social recurrió a la seducción del
más grande multimedios del país. Necesitaba a Clarín de aliado para construir
poder. El pingüino había llegado a la Rosada con un helado 23% y con una
renuncia enviada por fax desde La Rioja. El discurso histórico-político K
estaba muy lejos aún de escribirse en las calles, en 6-7-8, en Fútbol para
todos o en la red de medios y programas ideológicamente compatibles que hoy
llenan muchos de los espacios de aire, papel y cyberespacio que frecuentamos. La
etapa 2003-2007 del tándem Kirchner-Magnetto debe leerse en esos términos.
Llegó Cristina y con ella, la Ley
de medios. Muchos creemos que esta iniciativa representa un salto cualitativo y
sincero hacia la democratización de la palabra en el país. La ley se
confeccionó cuando el kirchnerismo ya había logrado instalar su relato histórico
en la sociedad. La prueba está en que se aprobó en una coyuntura de debilidad
política, luego de la derrota de Kirchner en la provincia de Buenos Aires.
Clarín ya era, entonces, un escollo en la consecución de la esperable
consolidación de la democracia mediática.
El multimedios no se quedó de
brazos cruzados. Con sus intereses económicos amenazados, se convirtió en el
principal factor de contrapoder. Marcó la agenda de la oposición e intentó
diagramar una estrategia para desplazar al kirchnerismo cuanto antes del poder.
La muerte del líder patagónico postergó unos meses el plan, pero no lo abortó.
La necesidad primera era aglutinar en una persona ese inestable equipo de dirigentes
denominado oposición. El proyecto Macri chocó contra el pragmatismo de Durán
Barba. El eterno lanzamiento del Lole se quedó en boxes. Lilita se desinfló y
se pinchó a la par de sus teorías apocalípticas. Alfonsín nunca movió el
sismógrafo de las encuestas y Duhalde, aún sin convencer a nadie, se convirtió
en la última carta. La mano vino cambiada en las primarias y el único recurso
que queda, de ahora en más, es el miedo. En eso están.
A fines de los años ’20, el
diario Crítica, de Natalio Botana, inició una abierta campaña de desprestigio
del segundo gobierno de Yrigoyen que culminó con el golpe de estado de 1930. En
la década del ’60, Mariano Grondona, desde la revista Primera plana, logró
ridiculizar y finalmente instalar el ambiente que promovió el derrocamiento del
austero y digno gobierno de Arturo Illia. En 1976, ni Clarín ni La Nación ni La
Razón lamentaron el golpe de estado militar que terminó con el gobierno de
Isabel Perón. Estos ejemplos, y muchos más, demuestran que los intereses
económicos y políticos movilizan las plumas y los teclados de nosotros, los
periodistas, en tanto empleados de una empresa mediática. Esas empresas suelen
defender la libertad de expresión como reaseguro del orden democrático. Poco
les importa un pepino la democracia cuando su libertad de ganar dinero está en
peligro.
La vida de Clarín, desde el 28 de
agosto de 1945 a la fecha, hay que entenderla en esas coordenadas. Está
dispuesto a ofrecer sus servicios siempre y cuando se le aseguren sus
privilegios. De lo contrario, ni una concesión. Una especie de periodismo
“prostituyente” que sonríe al mejor postor.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
2
de julio de 2011
THE CANDELA'S SHOW
Candela, Candela, Candela, ¿dónde
estás? Tu mamá te busca, grita y salta por vos. Tu papá está preso. Ahhhh…
Mmmmm… Dudas. ¿Dudas de qué? La policía busca. Los periodistas hablan. Las
cámaras están en todos lados. Muestran todo. Y hay famosos. Hasta Darín está. Y
la presidenta también. Y Candela, vos Candela, ¿dónde estás? ¿Quién te tiene, a
dónde fuiste? Esa sonrisa hermosa de 11 años, ¿también te la habrán robado? Y
pasan los días, y los policías buscan y los periodistas hablan y las cámaras
muestran cómo los vecinos lloran y tus amigos hacen carteles y tocan el bombo y
hacen remeras y dan teléfonos. Todo por vos, Candela; por vos y tu sonrisa de facebook.
Y de repente: “allanamiento, 300 policías, una villa de San Martín”. Y todos
miramos y esperamos. Miramos y escuchamos. Miramos la tele, porque la tele
llega a la par de la policía. La “magia” de la tele. Todo pasa por la tele,
todo menos vos, Candela. Y nada. Falsa alarma. Y al otro día, otro operativo, y
otro y otro. Hasta que aparece un cuerpo. Y llega un helicóptero con el
gobernador. Y llega tu mamá y te ve allí, sin vida. Y el gobernador le toca el
hombro a tu mamá mientras ella dice “sí, es mi hija, me la mataron”. Y todo se
filma, y lo vemos, Candela, vemos eso. A tu mamá viéndote así, sin que puedas
sonreír más. Y después, una llamada que se escucha y llega a los noticieros al
mismo tiempo que tu cuerpito, solito, viaja en esa horrible morguera. “Nunca
más la vas a ver a volver a ver”. ¿A quién, a vos Candela? Los periodistas
dicen que sí, a coro. Que le hablan a tu mamá y que te mataron por culpa de tu
papá. De tu papá, ¿sabés? Eso dicen. Y al otro día te entierran, y sobre tu
cadáver insultan a tu mamá y una tía se pelea con los que insultan a tu mamá y
todos vemos todo. La tele está ahí, Candela. ¿Te gustaba la tele a vos? Claro,
¿a quién no? En la tele siguen hablando de vos, pero cada día un poquito menos.
¿Se medirá la verdad en puntos de rating? ¿Qué verdad? ¿La que te llevas para
siempre o la que pueden descubrir, crear, construir, inventar la policía, la
justicia y los medios? Perdoná, Candela. Aún sin vos, el show debe continuar.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
2
de septiembre de 2011
LOS '90 PARA PRINCIPIANTES (LOS ARGENTINOS PERMITIMOS ESTO)
El Peladito con voz de flautín y
ojos de historieta sonríe y dice: “tenemos convertibilidad para 50 años”. La
clase media lo aplaude. Nunca había viajado a Brasil, a Miami, a París, y ahora
sí. Encima la inflación no está más. ¿Tan difícil era? Un genio este Peladito.
El dólar y el peso iguales, eso es todo.
El tema es así: no se pueden
hacer más pesos que el caudal de dólares que hay dando vueltas en el país. ¿Y
qué pasa si se van más dólares que los que entran?... Mmmmm. El Peladito
siempre tiene una respuesta tranquilizadora: “Las empresas locales e
internacionales garantizan la inversión en un país que crece. Y además, tenemos
crédito externo porque el mundo confía en el modelo argentino”. Y todos lo
aplauden otra vez.
Y entonces siguen sacando
dólares del país: algunos viajando, otros gastando a crédito, los menos,
llevándoselos a raudales a paraísos fiscales donde la palabra impuesto está
prohibida. Una fiesta.
Y hablando de fiesta. Un empresario
X charla con un banquero XX en un cóctel en la embajada de Estados Unidos. X le
dice a XX. “El tema con la Argentina es que nadie va a invertir acá. ¿Quién va
a venir cuando los insumos importados hay que pagarlos en dólares? ¿De dónde
vamos a sacar materias primas si las pocas que hay aquí las quieren vender
afuera para ganar en dólares? ¿Qué maquinaria vamos a traer si hay que pagarla
también en dólares?” Y XX le contesta a X: “Tenés razón. La única variable de
ajuste que le queda al modelo es la mano de obra. Trabajadores a la china.
Salarios bajos y arroz. Chau mercado interno. Chau industria. Hola
importaciones. Hola bancos, je, je”. Chin, chin.
Y vuelve a aparecer el Peladito,
ahora un poco más preocupado. Dice: “tenemos que elevar los niveles de
competitividad para acaparar más inversión externa”. ¿Qué significa eso?
“Bueno, hay que bajar los costos de producción para despertar aún más confianza
en los mercados internacionales”. Explíquese un poco mejor. “Hay que terminar
con la discusión salarial y racionalizar personal”. ¿Echar gente? “Si la
empresa es realmente competitiva, no necesitará echar trabajadores; pero sólo
si es competitiva, en el marco de un contexto nacional e internacional cada vez
más exigente”. Clarito como el agua.
Nada sorprende más que la actitud
comprensiva de los sindicatos. Ante el congelamiento de salarios, el cierre de
fábricas y el despido masivo de personal, se quedan en el molde. Así se hace.
Esa es una dirigencia sindical que se sacrifica por el país. Emociona verlos
con sus sacos y sus corbatas, sus coches importados, sus veranos en Punta y sus
tapas en Caras, y no ya con camperas y camisas ridículas, marchando por las
calles y paralizando el país por pavadas. Al fin maduran, viejo.
Epa, ¿y eso? Son pobres. ¿Pero,
estaban allí antes? Sí, en este país siempre hubo pobres. Pero pareciera que
cada vez hay más. Lo que pasa es que se cayeron del sistema, ¿viste? No se
modernizan. ¿Te molestan? Hay topadoras, cercos, muros… Y balas y palos, si
hicieran falta. ¿Más tranquilo? Sí, ta’ bien poné Tinelli, dale…
El presidente es un tipo raro. Es
medio feo pero las mujeres dicen que mueren por él. Se llama Carlos, como el
emperador: “Carlos Primero”. Tiene una Ferrari y un amigo que se llama
Bernardo. Es musulmán pero va a todos los Tedéum de la Catedral de Buenos
Aires. Y al arzobispo le gusta hablar de él, del Peladito y de la paz social…
¡Ah! Porque hay paz. Ahora sí que no hay vencedores ni vencidos. Indulto,
perdón, lo pasado, pisado… Bueno, siempre se quejan esas mujeres de pañuelo
blanco, pero ya nadie les da bolilla. Ni figuran en los medios serios. Sólo en
un diario de zurdos, fundado por un gordito canchero, charlatán y fumador.
Es linda esta época porque
aprendemos a convivir con palabras nuevas: delivery, transgresión, celular, compacdisc,
internet, drugstore, yenga, crazy, pumparaarriba, indigencia… ¿Indi-qué? ¿Indígena?
Algo así.
El otro día escuché a alguien
decir que si esto sigue así, todo puede estallar. Y no en 50 años. Muy pronto. Y
mal. Pero el Peladito se ríe de él. Y Carlos Primero, también. Y Bernardo. Y
Mariano. Y Marcelo. Y Susana. Y Mirtha. Y Gerardo. Y el arzobispo. Y “X”. Y
“XX”. Entonces, yo también me río. ¿Y vos?
Gabriel
Prósperi. Periodista.
3
de marzo de 2011
BANDERAS Y GLOBOS
Banderas rojas, banderas negras,
banderas blancas, banderas al viento. Banderas de protesta y de victoria.
Banderas del pueblo. Banderas que se defienden y banderas que se atacan.
Banderas por las que se llora y hasta por las que se muere. Banderas nuestras y
globos ajenos. Globos amarillos, primero; globos amarillos, verdes, azules y
rojos, ahora. Globos de fiesta. Globos de gente que sabe de fiesta, siempre de
fiesta. Fiesta de pocos. De pocos globos.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
16 de julio
de 2011
EL MONSTRUO
Macri llama a una conferencia de
prensa sorpresa. Los periodistas van. Macri se sienta con su séquito. “Buenas
tardes, gracias por venir”. Cómo no van a ir, Mauricio. Vas a decir algo importante.
“Convoco a todos los sectores de la oposición a debatir y a consensuar
políticas de estado”. Cri, cri, cri. Un periodista levanta la mano. “Macri,
¿esto quiere decir que puede haber un acuerdo electoral entre toda la oposición
de cara a octubre?” (Qué me dijo Durán Barba, qué me dijo, qué me dijo, qué me
dijo… Ah, sí…) “Vamos a ver”. Brillante.
El autodenominado piloto de
tormentas siempre enarboló las banderas de las políticas a largo plazo. El
estadista, acá, es él. Pero no está celoso de Macri. Al contrario. Mientras
juega a las internas con el Alberto, sueña con una alianza con Mauricio. Claro,
el problema de Duhalde es que nadie quiere salir en la foto con él.
¿Piantavotos? Naaahhh…
Cobos se frena ante muchos
micrófonos. “Nunca dije que fuera a ser candidato”. Esa misma noche sueña con
aquel otro solitario micrófono sostenido por sus temblorosas y transpiradas
manos. “Mi voto es no positivo”. La gloria total, tan lejana, ¿cómo fue que se
escurrió? La soledad es tan cruel como la fama, pero nunca tan obscena como la
traición. “Me parece bien la convocatoria a acuerdos, como plantea Macri”, dice
el vicepresidente que no fue. Cuidado Mauri…
La foto es espectacular. Ricardo
Alfonsín estirándose en su silla frente a una mesa de vidrio que hace aparecer
su cuerpo como partido en dos, al estilo de un rey en la baraja de póker. El
título de la entrevista es: “Necesitamos ampliar las alianzas; se necesitan
votos peronistas”. Ricardito, partido al medio; mitad radical, mitad peronista.
Excelente. ¿Cuál es el de arriba y cuál el de abajo?
“Yo no voy abajo de nadie”,
piensa Don Francisco mientras camina los pasillos de una feria en Lomas de
Zamora. Con un arsenal de sonrisas, enfrenta la única cámara que lo sigue. El
periodista, inquisidor e incisivo, le pregunta: ¿es posible gobernar mejor la
provincia? “Sí, sin dudas”. Contundente.
¿Y Sanz?... “¿Quién?”. ¡Ernesto
Sanz!... “Ahhh, sí. Mi prima se compró el
último disco. Dice que es bastante bueno…”.
Todos ellos le quieren ganar a
Cristina. Apuestan a un Frankenstein suturado por la ambición y el espanto. Un
monstruo que se planifica y se construye en un extraño laboratorio conocido
como Clarín.
Gabriel Prósperi. Periodista.
13 de abril de 2011.
EL ASCO
Un portero que riega un cantero aúlla:
“los votos son sagrados”. Un periodista que se levantó muy temprano para leer
todos los diarios opina: “los votos no se discuten”. Un encuestador que le erró
por 10 puntos se consuela: “los votos son incuestionables”. Me pregunto ¿serán
así de intocables los votos realmente?
Los vecinos de Pueyrredón y Santa
Fe seguramente se horrorizan porque alguien ose criticar el veredicto de las
urnas en favor de Mauricio. Pero no recuerdo que hayan defendido el veredicto
de las urnas a mediados de 2008, cuando batieron cacerolas para intentar sacar
de los pelos a un gobierno elegido por “el voto sagrado” menos de un año antes.
Las vaquitas ajenas y las propias sólo fueron la triste excusa.
El voto universal tiene calidad
de intocable cuando favorece los intereses de la clase dominante. Cualquier
comentario en su contra tendrá el calificativo, como mínimo, de
antidemocrático. Paradoja de la historia: la democracia sirve hoy de argumento
a muchos de los que hace décadas golpeaban las puertas de los cuarteles sin
ningún pudor.
“Todos tenemos derecho a votar a
quien queramos. Así nos expresamos libremente. Vivimos en democracia, ¿no?”,
dice la señora mientras mira vidrieras y se escandaliza con los aumentos en los
tapados. ¿Qué visión de la democracia tendría esa misma señora si el ganador de
la elección hubiese sido Hugo Moyano, Luis D’Elía o algún otro enemigo del
establishment, como los “irreverentes” jóvenes de La Cámpora? ¿Y qué hubiese
pensado la señora de la palabra asco si en lugar de Fito Páez la hubiese
nombrado Marcos Aguinis, Mariano Grondona o algún otro intelectual del orbe de
La Nación y alrededores?
Hace años, escrita en la pared de
un baño, leí la siguiente frase: “Tu voto es sumisión. Su misión es tu voto”. Con
este asunto de la intocabilidad del
voto, ¿no será que lo que realmente quieren es encerrarnos en la trampa de que
nuestra única y permisible participación en la democracia es a través del voto?
¿No estarán intentando bloquearnos el acceso a otras formas de expresión libres
y legítimas, que lesionan aquellos intereses que tan bien representa Mauricio?
¿Valen más mil votos que mil marchas, mil graffitis, mil piquetes o mil notas
de opinión?
El desafío de todos no es
defender el resultado de una elección. El desafío es darle seriedad y contenido
a lo que llamamos democracia. Que valgan todos los votos; que valgan todas las
voces; que valgan todos los reclamos por igual y en el mismo plano de
legitimidad. De esa manera ya nadie podrá decir que siente asco por la sociedad
en la que vive.
Gabriel Prósperi. Periodista.
13 de julio de 2011
Gabriel Prósperi. Periodista.
13 de julio de 2011
EL SUEÑO DE HUGO
Sueña que viaja en camión a la Rosada. Que lo esperan a él
para ponerle la banda. Que llega y corre por los pasillos vacíos. Que entra al
salón blanco y lo sacuden los gritos y los aplausos. Que es el hombre del
pueblo. El presidente.
Hugo Moyano
comenzó su trabajo para cumplir ese sueño. Y su primer movimiento fue difícil
pero estratégicamente correcto: romper lanzas con el gobierno de Cristina. Ese
alejamiento tuvo dos argumentos. Por un lado, la certeza de que dentro del
kirchnerismo su proyecto político no tiene futuro. Y por otro, la imperiosa
necesidad de consolidarse como el líder indiscutible de la CGT. La pelea con el
gobierno le asegura el aval táctico de otras vertientes sindicales otrora
enemigas, como las de los “gordos”, la del “Momo” Venegas y la de Luis
Barrionuevo.
Este último
jueves Moyano apareció sentado en un estudio de TN. Su irrupción en el programa
de Nelson Castro fue la concreción de un esperable pacto anti – K: tanto a Clarín
como a Moyano les conviene estar cerca para minar el poder de Cristina. De
todos modos, el jefe camionero sabe que la relación es transitoria. No olvida
la campaña implacable que Clarín desató en su contra para, elípticamente,
agredir al gobierno. Además, tiene claro que el Grupo nunca apostará por él
pensando en el 2015. Magnetto ya eligió: su candidato es Macri.
Moyano le
apunta directamente a Cristina. ¿Por qué? Porque la batalla que viene es por la
representatividad política del movimiento obrero, y más globalmente, de los
sectores populares. El jefe camionero sabe que la única chance que tiene de
convertirse en el Lula argentino es aunando en su persona los anhelos de los
postergados de la Argentina del siglo XXI. Al mismo tiempo, debe operar para
que a Cristina se le vaya achicando el famoso 54%. Su objetivo es que a la
presidenta sólo le queden como fieles seguidores los vituperados jóvenes de La
Cámpora. Es decir, que la base de sustentación del kirchnerismo se reduzca sólo a esos jóvenes. De esa manera, el
kirchnerismo ya no sería la vía legítima hacia la pretendida justicia social. Ese
rol le cabría naturalmente a Moyano. En definitiva, el titular de la CGT cree
tener la certeza de que, cuando las “papas quemen” en la calle, “sus muchachos
peronistas” primarán por sobre los “muchachitos setentistas” de ella.
Moyano
mostró las uñas, pero no los dientes. La próxima jugada será el paro general.
Con ese movimiento intentará descolocar a Cristina con la primera huelga masiva
de la era K. Pero también buscará realizar una imprescindible evaluación
coyuntural: saber quiénes son los que ahora están con él y quienes no. Esa
medición de fuerzas le servirá para determinar en qué lugar de su camino está
parado; cuán cerca o cuán lejos está de su sueño: el sueño de Hugo.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
17
de marzo de 2012
HUGO CAMIONERO, MOYANO CONDUCTOR
Nunca sentí que las cartas estuvieran tan sobre la mesa. Quizá pueda pecar de inocente, pero lo pienso y lo pienso y me parece todo muy claro. Tan claro como lo expresó el abogado de Moyano, el ex juez Llermanos: “Lo que la gente percibe es que se quiere dañar a su líder”. Epa, frene ahí: ¿Moyano es un líder o un representante de las aspiraciones obreras? Aquí me parece que está la gran lección que deberíamos aprender de este embrollo de exhortos, paros y suspensiones.
Un
representante obrero, un sindicalista, discute, grita, pelea por el reclamo de
sus representados. Y si es secretario general de la CGT, más aún. O sea,
personifica el descontento, la bronca o la alegría de todos y cada uno de los
trabajadores enrolados directa o indirectamente en esa central.
Un líder
decide, dirige y encolumna detrás de sí a un colectivo determinado. En el
diccionario peronista se lo llama “conductor”. Perón era el primer trabajador,
pero también y sobre todo era EL conductor. La voluntad del conductor es
irrebatible.
Hugo
camionero, el representante legítimo y elegido por sus pares para representar
sus intereses obreros, dio paso a Moyano conductor, el hombre fuerte con un
plan político personal que en nombre de un interés general impone su voluntad a
un enorme conjunto de trabajadores.
Si Moyano
es efectivamente un líder, un conductor, ¿hacia dónde dirige a los que dirige? “Los
trabajadores queremos llegar al poder”. En la verborrágica oratoria de Lenin o
en la ácida pluma de Rosa Luxemburgo, esta frase hubiera sonado a redundancia.
Pero en el ronco tronar del jefe sindical camionero sonó a advertencia. Socarronamente muchos;
peyorativamente otros; temerosamente algunos, se preguntan si Hugo Moyano puede
convertirse en el “Lula” argentino. “¡¿Quién va a votar a Moyano, por favor…?!”
Hoy, puede que tengan razón. Pero Lula se presentó tres veces hasta que en la
cuarta, ganó.
El
peronismo fue y es una usina interminable de dirigentes. Sin embargo, de todos
aquellos que ocuparon las más altas magistraturas, no hubo ninguno que tuviera
su origen en el sindicalismo. El textil Andrés Framini fue elegido gobernador
bonaerense en 1962, pero no llegó a asumir el cargo. El “Lobo” Vandor, Herminio
Iglesias y hasta el propio Ubaldini soñaron alguna vez con un proyecto político
propio. Pero de una u otra manera, sus planes se vieron frustrados. Moyano
parece decidido a retomar esos sueños de poder. ¿Estará él como cabeza visible
del proyecto o buscará otra cara para los afiches? Por ahora, sigue apoyando la
gestión K, pero como “aliado” no como “soldado” de un general (o generala).
En estos
turbios días, el jefe de la CGT mostró su verdadero peso específico. Les
enrostró a todos, desde la presidenta de la nación hasta los popes del
empresariado periodístico, que con él se negocia cara a cara. Que es uno más en
la mesa grande de las decisiones y en la mesa chica de los poderosos. Que está
preparado para cualquier batalla. Y que él, y sólo él, decide con quién pelea codo
a codo o con quién se enfrenta sin tregua.
Hugo Moyano
puede ser el primero, pero también el último. El primero en dar el gran salto
de sindicalista a líder político, reivindicado y elegido por las masas. O el
último de una enquistada escuela de jefes gremiales, más preocupados en la construcción
de un poder autónomo y mesiánico que en la organización cabal de una verdadera y democrática representación
obrera.
Si la
segunda opción es la que pretendemos para nuestro futuro, no podemos esperar
que la batalla, las más decisiva de todas, la libre un gobierno. Esa batalla
tiene que empezar en la conciencia de una nueva y revitalizada clase obrera y
culminar en cada fábrica, en cada oficina, en cada comercio, en cada casa, en
cada sindicato. Sólo así cada uno de nosotros, trabajadores, seremos autores de
nuestro destino y protagonistas de la historia. Una historia con Hugos
camioneros pero ya sin Moyanos conductores.
Gabriel
Prósperi. Periodista.
20 de marzo de 2011
APRENDIENDO CON MOYANO
Moyano
y sus muchachos nos dieron una clase de cómo funciona una verdadera
corporación. Cuando los intereses y los negocios de los "compañeros",
de todos los "compañeros", están en peligro, se
deben mostrar los dientes. Y ayer lo hicieron. Les avisaron a propios y
extraños que todo tiene un límite. El "Momo" está en la vereda
política de enfrente, pero vive en la misma casa. Con las obras sociales no se
jode. Ese terreno no se ocupa. Nunca.
Imaginemos el siguiente escenario: el gobierno intenta avanzar abiertamente sobre la burocracia sindical. Pero los muchachos no están dispuestos a ceder su poder. Hoy Moyano es la garantía del proyecto cristinista en la calle. Pero no lo será si la presidenta da la orden de atacar. Moyano se replegará en su casa y convocará a "los suyos". Los amigos se convertirán en enemigos y los enemigos, en amigos. La burocracia sindical amenazará y responderá. El empresariado también elegirá: unirse a la CGT será sostener el statu quo. Mejor malo conocido que bueno por conocer. Entre bueyes no hay cornadas. ¿Dónde estará la fuerza de choque del proyecto nacional y popular? ¿Estará en los jóvenes de clase media ilustrada que se suman a la cosmovisión K? ¿Estará en los trabajadores no alineados con la burocracia sindical? ¿Estará en los intelectuales y la prensa aliados al gobierno?
La batalla puede ser inminente. Si se libra, estará en las calles y la violencia será inevitable. El gran interrogante es saber hasta qué punto será sostenible y qué precio estarán dispuestos a pagar los que quieren sostener el proyecto.
Muchos comparan este período kirchnerista con el peronismo del '45. Perón entregó el poder y se fue cuando vio que su perpetuidad en la Casa Rosada iba a requerir el derramamiento de mucha, mucha sangre. Tal vez Cristina pueda quedar ante la misma disyuntiva. Qué hará ella y qué hará el pueblo que la apoya será tal vez el dilema que envuelva a los argentinos en una nueva encrucijada histórica.
Gabriel Prósperi.
Imaginemos el siguiente escenario: el gobierno intenta avanzar abiertamente sobre la burocracia sindical. Pero los muchachos no están dispuestos a ceder su poder. Hoy Moyano es la garantía del proyecto cristinista en la calle. Pero no lo será si la presidenta da la orden de atacar. Moyano se replegará en su casa y convocará a "los suyos". Los amigos se convertirán en enemigos y los enemigos, en amigos. La burocracia sindical amenazará y responderá. El empresariado también elegirá: unirse a la CGT será sostener el statu quo. Mejor malo conocido que bueno por conocer. Entre bueyes no hay cornadas. ¿Dónde estará la fuerza de choque del proyecto nacional y popular? ¿Estará en los jóvenes de clase media ilustrada que se suman a la cosmovisión K? ¿Estará en los trabajadores no alineados con la burocracia sindical? ¿Estará en los intelectuales y la prensa aliados al gobierno?
La batalla puede ser inminente. Si se libra, estará en las calles y la violencia será inevitable. El gran interrogante es saber hasta qué punto será sostenible y qué precio estarán dispuestos a pagar los que quieren sostener el proyecto.
Muchos comparan este período kirchnerista con el peronismo del '45. Perón entregó el poder y se fue cuando vio que su perpetuidad en la Casa Rosada iba a requerir el derramamiento de mucha, mucha sangre. Tal vez Cristina pueda quedar ante la misma disyuntiva. Qué hará ella y qué hará el pueblo que la apoya será tal vez el dilema que envuelva a los argentinos en una nueva encrucijada histórica.
Gabriel Prósperi.
12 de febrero de 2011
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